Aves necrófagas sobre los hocinos
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LEYENDA DEL VALLE DE LOS HOCINOS
(La puerta del diablo)
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El guía los hizo atravesar por el estrecho sendero que cruza el Hocino
del Pajazo. En esta parte de la ruta la naturaleza cambia por competo. Mientras
que el río serpentea cantarín entre una naturaleza fértil y espesa, el entorno, muestra a ambos lados enormes
rocas con crestas coronadas de agujas pétreas. Buitres sobrevolando el valle e
infinidad de árboles, arbustos y hierbas
matizando un paisaje singular con
brillos de mil colores y sombras alucinantes. Una vez que penetraron en el valle
comenzó el relato de las causas y razones de aquel espacio singular. Una
espacio que atrapa el corazón y mueve el ánimo a la melancolía y lo llenaba de
temor.
Todo comenzó, dijo el viejo guía,
cuando comenzaron las explotaciones
mineras, hace ya mucho tiempo, en la cuenca minera de Utrillas y Escucha. La
vida, debido al penoso trabajo de la mina, era muy dura. Los hombres salían de
los pozos completamente envueltos en un polvo negro que los desfiguraba y los
acercaba más a la imagen de un diablo que a la de un ser humano. Estos hombres
que dejaban su vida a girones en los cotos mineros buscaban, tras una larga y
agotadora jornada, resarcirse del trabajo agotador. Por ello buscaban en el
vino, el juego y el placer junto a las mujeres, la forma de olvidarse de su penosa
existencia.
Tuvo noticias el diablo de la
circunstancia que aquí se daba y llegó, pronto y con sibilino engaño, hasta las
más bajas apetencias de los mineros que aquí trataban de abandonar su penoso
estado. Trabajad para mi, le dijo, y obtendréis la libertad y, una vida
placentera y feliz viviendo en una valle
pleno de felicidad.
Muchos cayeron en sus redes y
comenzaron a escavar una mina que atravesando la montaña los llevaría hasta un
valle en el que vivir en total libertad
y felicidad. Para ello, previamente, debían entregarle su alma.
Los mineros, escavando día y noche,
construyeron un túnel que les llevó hasta lo que hoy se conoce como Hocino de
la Palomas. Allí confluyeron con las
aguas del valle, conformando una cueva en la que los saltos de agua y la oscuridad
impedían, a los atribulados mineros, encontrar el camino de vuelta. Una vez en
el valle, el diablo, no solamente tomó sus almas sino que, esclavizó sus
cuerpos, sin que ellos nada pudieran hacer pues el angosto valle estaba cerrado
en ambos extremos por dos hocinos y, ambos márgenes, coronados de rocas de
altas aristas.
Cuando un minero moría después de de trabajar
sin descanso hasta el final de sus días, unas negras y gigantescas aves
trasladaban sus almas hasta unas calderas fulgentes en un lugar llamado El
Pajazo, aguas abajo del valle del diablo.
Sucedió que, confabulados los mineros,
decidieron abrir una puerta de salida del valle. Más, el tiempo transcurría sin
ver su trabajo realizado, dada la estrecha vigilancia que sobre ellos ejercía
el maléfico y, también, otros diablos menores que fueron llegando a la vista de
tan nutrida partida de humanos que hasta aquí llegaban desesperados cada día.
Tuvo Dios, tras ver la penosa vida de
los mineros, compasión de ellos. Mandó entonces, de su mano, una bandada de
palomas blancas que atacó de improviso al diablo y quedó definitivamente
muerto. Más, su figura, no despareció del valle, por el contrario, quedó
petrificada y de sus ojos sigue sangrando el líquido rojo que hicieran brotar
las palomas con sus picos. En la crestería de rocas que bordea la margen izquierda
del río Martín puede verse, todavía.
Desde entonces, desde la época en que
la minería del carbón de piedra dejó de
ser una actividad humana, hasta nuestros días, el valle ha permanecido en silencio
y olvidado. Allí, florecían las más hermosas plantas nunca vistas y, las aves,
plácidamente sobrevolaban su espacio sin ningún temor.
Ahora, al atravesar este espacio los viajeros
que desde lejanas tierras llegan hasta aquí atraídos por el insólito paisaje sienten,
al oír este relato, como un escalofrío recorre todo su cuerpo. Preguntan por la
razón de tan extraños nombres, sin comprender, muchos de ellos, lo que fueron
miles y miles de vidas gastadas en la minería subterránea del carbón de piedra.
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Hocino de la Palomas.
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Hocino de las Palomas.
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