LA AGÜELICA QUE ECHABA MIGAS DE PAN A LOS GORRIONES
*
*
Habían estado siempre en su vida. Ya
de muy niña, lo recuerda bien, correteaba tras ellos por el corral. Al menor
gesto emprendían un veloz pero corto vuelo hasta la bardera para, inmediatamente,
volver a sus pies. Eran muy sociables. Bebían del tarro de agua y comían el grano que su madre les echaba a las gallinas. Ella, aprendió pronto a darles de
comer. Primero les lanzó las migas a mediana distancia, más tarde justo a sus
pies para, definitivamente, dejarlos comer en sus manos y posarse, luego, en sus hombros.
Eran gorriones de canalera. Les llamaban así porque en ellas hacían sus nidos.
Eran plumíferos encantadores y por ello, su madre, a su hermanico pequeño le
llamaba también “gurrión” y “gurrioncillo”. Pasaban las estaciones y ellos, como
uno más de la familia, permanecían fieles a la casa. Siempre se movían en vuelos
cortos. Del tejado a la bardera, de la bardera al fiemo y allí, entre las
gallinas, aprovechaban para comer y luego volvían a elevarse en un estrapalucio
de alas agitándose sin sosiego. Cuando la puerta de la casa se abría,
presentían que el ama iba a salir y bajaban todos en vuelo rápido y vertical. La dueña salía con el halda recogida con la
mano izquierda en un puñado y, con la derecha metida en el clujón, decía:
pita-pitas. Las gallinas acudían inmediatamente y los pajaritos a revueltas de las gallinas aprovechaban la
circunstancia. La mujer romanceaba… rediós con los pajaricos… pero le gustaba
que estuvieran siempre allí esperándola. La niña, de verlos tan ágiles subir y
bajar del tejado y de la bardera hasta sus hombros y cabeza, sentía por ellos
una atracción especial. Le pedía a menudo, a su madre, que le dejara a ella dar
de comer a las gallinas. En ese momento, ella sentía un afecto especial hacia
los pajarillos que a menudo le hacían cosquillas con su pico en la cara.
La niña creció, se casó y tuvo
hijos. Los hijos estudiaron, se marcharon del pueblo y se “situaron” muy bien en
la capital. Mis hijos tienen sus buenos chalets en Teruel, decía orgullosa la
madre. Sacaron sus buenas carreras y viven desahogadamente. Pero un día la
madre tuvo un desmayo en su casa del pueblo. Los vecinos avisaron al médico y a
los hijos. Estos decidieron llevar a la madre a una residencia, para evitar en
lo sucesivo, tener otro susto. Bajaron del pueblo a verla los vecinos. Estaba
bien, pero un poco triste. Los hijos pasaban a verla de vez en cuando. Pero
ella, donde quería vivir era en su casa del pueblo con sus gorrioncillos. Allí en la ciudad todo le
era extraño… todo, menos los gorriones… aquellos menudos y regordetes
pajarillos que aparecieron en la puerta de la residencia como por arte de magia, la hacían recordar tiempos felices. Todos los días guardaba el pan
de las comidas y la magalena del desayuno, para sus pajaricos. Ellos sabían,
nada más abrirse la puerta de la residencia de quien se trataba. A poca
distancia de la puerta había un ciprés y desde él, en corto vuelo, llegaban
hasta las manos de la anciana. Ella se sentía dichosa y ponía una miga, de vez
en cuando, en sus labios para que un pajarillo la cogiese como dándole un besico.
Un besico tierno como un soplo de aire azul bajado del cielo en sus alas.
Un día, vi a la anciana por última
vez dando de comer a los pajarillos. Fue un seis de diciembre. Era fiesta y
esperaba la llegada de sus hijos. Pero ellos, ese día, no fueron a ver a la
madre. Marcharon a Zaragoza para adelantar al día siguiente las compras de Navidad.
En la puerta de la Residencia tuvo otro desmayo mientras daba de comer a sus
gorrioncillos. Los pajarillos trataron de despertarla picoteándole la cara y
las manos. En vano revoloteaban a su alrededor tratando de darle aire con sus
alicas menudas. Todo fue inútil. Llegaron otros humanos asustados y, los pajarillos,
volvieron al ciprés. Desde allí, al verla marchar entre aquel estruendo de
coches y sirenas agitaron sus alas diciéndole adiós. Su último adiós.
*
EL GURRIÓN DE LABUERDA
(Huesca)
*
"Mariano Coronas
Cabrero
Es maestro de
Enseñanza Primaria, desde 1974, habiendo desarrollado su trabajo en la escuela
pública. Ha sido durante más de veinte años, coordinador de las publicaciones
del Movimiento de Renovación Pedagógica AULA LIBRE; Director de la revista EL
GURRION, desde su fundación en 1980; miembro de la Junta Directiva del Centro
de Estudios de Sobrarbe (Huesca) y bibliotecario voluntario y a distancia de
Labuerda, desde la fundación de la biblioteca en 1979. Es autor de algunos
libros relacionados con la poesía, el humor o los juegos infantiles
tradicionales y ha participado en varios libros de autoría colectiva. Escribe
frecuentemente
artículos relacionados con temática educativa para revistas como
Educación y
Biblioteca, CLIJ, Primeras Noticias, Peonza, Cuadernos de Pedagogía, Mi
Biblioteca, Aula Libre, Guix, Aula Infantil, Platero… y colabora también en la
prensa diaria.
Ha participado,
como ponente, en diversas jornadas y cursos relacionados con el fomento de la
lectura, la creatividad en el lenguaje, las bibliotecas escolares, la
escritura, la poesía, el humor, el uso de la prensa como recurso didáctico… Fue
galardonado con el FLA Cultural por la Feria del Libro de Monzón en 2001;
recibió una Mención Honorífica en los Premios Nacionales de Innovación
Educativa de 2004 y está en posesión de la Cruz de José de Calasanz al mérito
educativo, recibida en 2005. En 2006, la Biblioteca Escolar que dinamiza desde
hace 19 años recibió el Primer Premio Nacional de Buenas Prácticas para la
Dinamización e
Innovación de las bibliotecas escolares…
Le gusta la
montaña, caminar, leer, escribir y hacer fotografías"
*
***
**
*
**
*