EL INSPECTOR DE ESCAPARATES NAVIDEÑOS
(I.E.N.)
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Los tiempos cambian y el hombre tuvo
que adaptarse a los que corrían. Había sido sayón del Concejo, sereno,
alguacil, macero, de la soga-baga, conserje, San José en el belén viviente… y
qué se yo de cuantas cosas más. Acababan de nombrarlo INSPECTOR DE ESCAPARATES
NAVIDEÑOS y el hombre no cabía en sí de gozo. Su mujer le preparó gorro,
guantes, muda de felpa, pelliza y sobrepelliz. Lo calzó con unas botas viejas
de Segarra, pero en buen uso, que limpió y bajó del ático. Al fin, él le
protestó, ¡mujer! ¡Qué no voy a poder moverme! ¡Quita… quita…! dijo ella. Que las noches
turolenses son muy frías. Salió, preparado con su blog de notas, pasadas las
22.00 horas. Para entonces lucía iluminada la ciudad con mil bombillas y guirnaldas y, el centro, era un remanso de paz
pues, para esas horas, se estaban quedando desiertas las calles y la gente ya
se había recogido en sus casas. Sólo quedaban abiertos los roquelines, sin embargo, los
mendigos que duermen habitualmente en el cajero de la Caixa, donde las Cuatro
Esquinas, comenzaban a esas horas a acomodarse. Con la tranquilidad y el
abrigo que da la noche se puso a la tarea. No tenían muy claros los parámetros
que debería utilizar para realizar su informe final. Éste, debería estar
presentado en la fecha acordada ante el Consistorio. La primera noche hizo solamente
un repaso general y vio las calles que tenían más comercios y que ya apuntaban
alguna novedad decorativa. Prestó atención a la originalidad, al buen gusto, a
la idea más acertada, a la concordancia con lo que se celebraba en estas fechas
y también, a la conjunción entre lo navideño y lo turolense. En esta primera
visita, todavía no estaban “arreglados” todos los escaparates y muchos de los
dueños de comercio al enterarse de la existencia del I.E.N. (Inspector de Escaparates
Navideños), se pusieron enseguida manos a la obra y encargaron a sus almacenes:
bolas, guirnaldas, estrellitas, rótulos, felicitaciones…
Muchos comerciantes le señalaban al
Inspector que con poco dinero podía quedar un escaparate atractivo. Así, había
uno que, con unas simples perchas, confeccionó un original árbol de Navidad.
Otros por el contrario, ya clásicos, ponen toda la carne en el asador y sus
escaparates son de obligada visita para buen número de turolense. Se trata de
Garza o de Vázquez, unas tiendas que siempre sorprenden por su originalidad. Paseó
por la Ronda, por el Tozal, por la plaza del Torico y calle de San Juan… El Ensanche y la carretera de Alcañiz lo dejó para los días sucesivos.
Cuando el I.E.N. volvió a casa, ya
pasada la media noche, la mujer le preguntó si había pedido el “plus” de
nocturnidad. Él le dijo que no, pero que muchos comerciantes el habían dado
vales de descuentos para las compras navideñas. Para mañana, le dijo ella, te
he sacado el traje de Papa Noel que llevaste aquel año en Nochebuena. También,
voy a mirar, creo que tienes otro de Rey Mago de cuando la cabalgata de Reyes…
El I.E.N. romanceó un poco a su mujer y se retiró a pasar a limpio las notas
tomadas ese día. Empezó a poner nota a los escaparates en una escala del 0 al
10, pues había que dar unos premios o no se qué.
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El I.E.N.
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