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sábado, 27 de febrero de 2016

Febrero2016/Miscelánea. UNA ALCOBA, UN SOMIER, UN JEGÓN, UNA VELA Y UN ORINAL (CON OJO)

Sala Grande y alcoba de los Montemuzo en Burbáguena.
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LA CAMA TÍPICA ARAGONESA
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Todos estos conceptos de “casa típica”, “traje típico”, “comida típica”, etc. son, sin lugar a dudas, intentos de establecer patrones como forma de dar a conocer de manera superficial a grandes masas de población, la realidad de un territorio. Por lo que respecta al tema de hoy, que son las casas y camas de huéspedes en fondas, hoteles y casas de turismo rural, por lo que nosotros sabemos, son el resultado de un largo proceso de evolución anárquica, más allá de cualquier intento de planificar el turismo desde sus orígenes. Así por ejemplo, no es lo mismo la casa palacio de Burbáguena con su Sala Grande (ver foto) y sus alcobas, que una casa fuerte ganadera, que una casa de labriegos o mineros (ver foto) que vivían de su jornal.
El turismo en Teruel fue un recurso económico que apareció en el territorio sin planificación y sin ningún mecanismo de atracción o publicidad. Se acrecentó a partir de un mediano desarrollo de las carreteras (por lo tanto muy tardíamente) en dos puntos: los balnearios y el aire puro de la montaña, con dos clientes diferenciados. Al balneario acudía clase alta,  pequeña burguesía y también agricultores del Reino de Valencia, muchos tras la siega del arroz (Manzanera, Camarena de la Sierra). Por otra parte apareció la necesidad del aire puro para combatir la tuberculosis. Es el caso muy repetido de Bronchales y sus pinares, lugar al que acudían, también, los trabajadores de la fábrica de pilas Tudor (Zaragoza).
La falta de instalaciones adecuadas hacía necesaria, a veces, la contratación de habitaciones en casas particulares. De ahí el mito de que los dueños de las casas dejaban la cama a los señoritos para irse ellos a dormir al pajar. La anécdota, sea cierta o no, deja entrever la necesidad de ese suplemento económico a toda costa y que no se podía desaprovechar. Este turismo estacional y luego el de la nieve, han hecho nacer grandes urbanizaciones, con una expectativas a veces disparatadas. Un ejemplo de disparate arquitectónico, es el perpetrado en Alcalá de la Selva con esa monstruosa urbanización que hay según llegas desde Mora.
El cuanto al dormitorio, a poco buena que fuera la casa, las camas estaban colocadas en las alcobas. La Sala Grande era espaciosa con gran ventanal abalconado. Amueblada con una mesa de nogal en el centro, espejo, arcones y un lavamanos. En un extremo se abría una o dos alcobas cerradas sólo con cortinas. En principio, la luz era la de una vela y más tarde (las que yo he conocido) un bombilla con su “pera”. Debajo de la cama, siempre, un orinal. Luego, la panoplia de dormitorios era amplia hasta llegar a la fotografía del camastro situado en la cueva-vivienda de las minas de azufre de Libros.
Ahora en la provincia, quién lo iba a decir, hay casas de turismo rural que son verdaderos palacios. Por ello no conviene perder la perspectiva de esa casa, de esa cama y de esas gentes que construyeron el solar, ahora para divertimento y, que ahí hubo una lucha denodada por sobrevivir en un territorio que escupía la gente a millares. No en vano la emigración ha sido la mayor pasia de nuestra tierra, la mayor de las pestes, pues es la que más población se ha llevado.
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ABAJO, HABITACIONES DE TURISMO  RURAL EN LA PROVINCIA.
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