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sábado, 6 de febrero de 2016

Febrero2016/Miscelánea. LAS VIEJAS ESCUELAS DEL FRANQUISMO, AHORA CONVERTIDAS EN MUSEOS.

ALCORISA (TERUEL)
LA VIEJA ESCUELA, AHORA  ES UN MUSEO
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Cuentan las crónicas locales que a principio del siglo XX el pueblecito de Jarque (hasta 1920), Jarque de la Val (desde 1920) era el único de España donde no había analfabetos y, parece ser, que tal hazaña fue obra de un maestro llamado Nivardo Royo. Por este hecho tan singular, el lugar fue muy publicitado por la prensa de la época en todo el país. El pueblo tenía entonces 288 habitantes.
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“Buenos días tenga usted” dijo Jesús al entrar en la escuela y sentarse en su pupitre. Antes de empezar con las tareas cantó, como todos los días, el caralsol y rezó un padrenuestro y un avemaría. Pero, tras la rutina, venía lo peor. Se trataba de aquella endiablada caligrafía que le estaba costando tanto trabajo y tantas bofetadas, acabarla. Lo primero era cargar con la botella dosificadora el tintero. Un tintero encajado en la parte alta de un pupitre desganguillado, y por ello, de difícil estabilidad. Cualquier movimiento casual o a drede, -esta última razón era la más común-,  ocasionaba que se vertiera parte del contenido sobre la mesa. Llegaba entonces cojitranco don Félix, por ser mutilado de guerra, y con gesto avinagrado le soltaba al neo-escribano un par de guantazos para que no volviera a repetirse el suceso. Jesús, que como un imán atraía las iras del maestro, no se atrevía a levantar la voz ni a decir que él no era el causante del estropicio. Los compañeros, mientras tanto, reían la burla por lo bajinis. Ya nos veremos en la calle, les amenazaba, sin que tal amenaza sirviera de momento para mucho. Con calculada parsimonia levantó la tapa del pupitre y sacó el cuaderno de caligrafía y el plumier. Del plumier cogió una plumilla vieja y oxidada y un palo largo que hacía de feliz portaplumas. Enlazó ambas parte y las sujeto firmemente con un hilo. Una vez abierto el cuaderno se dispuso a copiar la primera línea. Con tiento, introdujo la plumilla en el tintero para mojarla en la tinta. Luego la arrastró por el borde para que la cantidad absorbida no fuera mucha y evitar dejar caer un “pollo” sobre el cuaderno. Esta primera ganchada le salió bien y comenzó, con mucha atención y parsimonia, a dibujar una letra mayúscula inicial que tenía, verdaderamente, sus complicaciones. En total aquella letra “capitular” le obligó a mojar en el tintero tres veces. Pero, por fin estaba ya terminada. El resto de la línea se le antojaba tarea más llevadera y alejada de grandes sobresaltos. Enfrascado en la tarea y, ajeno  a todo lo que sucedía a su alrededor, continuó con aquella línea que ya parecía finiquitar. Mas, de improviso, notó que alguien le empujaba el brazo. Como un resorte lo alzó inmediatamente para evitar una raya en el cuaderno que le estropeara todo el trabajo. Pero, fue al alzar la mano de forma súbita, cuando la plumilla cargada de tinta se “disparó” soltando en la inmaculada blancura del cuaderno, una bola de negra tinta que estalló como una pequeña bomba haciendo un Splasssh, silente. Aquello fue más doloroso que una patada en las espinillas. Todo el trabajo de una mañana se había volatilizado de repente. Atónito como estaba por el inesperado suceso, no sabía como reaccionar. Se levantó y se acercó al maestro con gesto de estar violentamente irritado. ¡Don Félix, mire lo que me han hecho estos! Me han hecho echar un “pollo” en el cuaderno… Pero, el maestro, que no estaba para averiguaciones liquidó el asunto rápidamente. Jesús, te quedas sin recreo para hacer lo que no has hecho bien durante la clase. Los compañeros, de nuevo, salían victoriosos. Así pasaban los días, con una rutina espesa y desesperante, hasta que por fin un mañana se anunció el gran invento. No se lo podían creer, era mágico. Aquel invento iba a traer la felicidad a Jesús. Con esto, dijo el maestro sonriendo, es imposible echar un “pollo” (todos rieron). Pero, cuidad con el pulso, la punta resbala como un pitón en el hielo. La letra os saldrá deforme y habrá que repetir las caligrafías. Nadie escuchaba las advertencias del maestro y todos, por el contrario, deseaban ya probar aquel lápiz amarillo que llevaba en medio escritas las letras BIC. Miraron la caja de cartón en la que habían traído un buen puñado de ellos. Allí, lo decía bien claro y escrito de su propia tinta: BO-LÍ-GRA-FOS. Aquella misma tarde ya volvieron a la escuela con las perras para comprarlo. Tenerlo en las manos le causó la mayor emoción que había sentido nunca, era como el cosquilleo que notas al coger un gorrión al que no quieres hacerle daño. El maestro les advirtió: cuidado, os tenéis que ir acostumbrando poco a poco. Tener paciencia. Pero él, era el primero en querer retirar de la circulación la tinta y el tintero. ¡Bendito bolígrafo!
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LA ESCUELA MUSEO DE LUZÓN (GUADALAJARA)
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LA ESCUELA DE LOS AÑOS 1940 Y 50
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ALGUNOS TEXTOS
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Se pueden encontrar en Miscelánea Turolense abundantes libros de texto de esta época, procedentes del colegio Miguel Vallés de Teruel. Aquí va en primer lugar, un ejemplar del famoso PARVULITO. En las siguientes direcciones, los libros que pude salvar de ser quemados.
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