Hasta los años sesenta y setenta
del siglo pasado, en los pueblos convivían los animales y las personas. Recuerdo
de pequeño ir a “estajar” el ganado al caer la tarde pues, cada rebaño se
componía de la agrupación del de varios propietarios hasta formar un
contingente suficientemente grande como para contratar un pastor o para turnarse en
el pastoreo los dueños. La casa de un pueblo turolense contenía lo necesario
para asumir el papel agropecuario de su economía. Corral, cuadras, cortes,
gallinero, conejares, amen de solanares, cambras o graneros. Además de la
vivienda propiamente dicha se le adjuntaban pequeños habitáculos como pajera, bodega,
leñero, bardera, etc., etc. La casa era un micromundo que daba solución
a las necesidades de supervivencia de sus habitantes.
Toda esta parte vital de nuestra
historia y de nuestro modo de vida tradicional ha desparecido en el transcurso
de una generación. El llamado “ladrillazo” o fiebre constructora ha llegado
también a nuestros lugares arrasando con la arquitectura popular y dejando unos
“conjuntos urbanos” de un aspecto desolador. Si exceptuamos aquellos pueblos
que tienen algún tipo de protección patrimonial, en el resto, se ha actuado de
forma anárquica en la reforma o reconstrucción de las casas. Las calles parecen
dientes de sierra (por sus entrantes y salientes) y donde se alternan sin ningún
sentido casas desvencijadas y abandonadas por sus dueños, con modernas
edificaciones de fachadas llamativas y pintorescas. ¡Qué maja me ha quedado mi
casa!, dice el dueño orgulloso, tras la reconstrucción de la casa que fuera de
sus padres… Sin advertir, de lo llamativo y esperpéntico de la obra. De esta
forma, el conjunto del caserío resulta con un aspecto deplorable.
Por todo ello, cuando vamos a un
pueblo, nos fijamos en aquella parte que conserva su arquitectura popular y que
tiene un sentido cultural para el viajero y no en esas horrorosas
construcciones (tipo chalet) que tanto dañan a la vista.
*
*
*
*
*
Brenca es una palabra aragonesa que significa, poco. En frases negativas como, ni brenca ni meya, se traduce por nada de nada.
*
*
*
*
*