TEÑADAS, PEIRONES, PALOMARES Y GRANJAS
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La inmensa planicie y el cielo
parecen, por fin, juntarse en el horizonte. La llanura reza a los Santos de la
Piedra (Abdón y Senen) y dicen en los pueblos que esto lo hacen: “a veces
porque no llueve y otras por tanto llover,” o por apedrear. La medida de todas
las cosas es el cereal y la PAC. El ganado lanar se arruinó, vaya usted a saber
por qué, sin embargo, nacen las granjas de engorde del cerdo. Quedan pues,
también, arruinadas las majada que otros llaman “parideras” o “teñadas” y
surgen a su costado esas imponentes naves con cientos de cerdos. ¿Qué haremos,
luego, con los purines? Los curas de los pueblos, que por su “oficio” no tenían
ganado, hacían de la torre del pueblo su particular palomar para comer “pichones”
(proteínas) y vender luego, el palomino, que servía de abono a los huertos. Pasa
el viajero distraído al lado de un palomar y más adelante junto al del peirón
de Las Ánimas, o de San Ramón Nonato, o de Santa Bárbara, sin que le importe
mucho ese montón de piedras o ladrillos a menudo con la hornacina y el azulejo
destruido. Y, pasa y pasa, y no ve a su izquierda y derecha nada más que campos
de labor en estos días encharcados y sin que se hayan podido sembrar. Habrá que
declararlos, dice el alcalde de turno: “zona catastrófica” y es que el campo
presenta siempre esa incertidumbre del no llover o del “hartarse de llover”.
Sigue el viajero adelante y ve a su izquierda Argente y más peirones y más
granjas y, luego, Visiedo donde quiere ver su Museo del Dance… Lidón tiene empaque de pueblo señorial pues dos guerras
marcaron a estos pueblos, la de Los dos Pedros y la de Sucesión. No mentaremos
la última Guerra Civil (36-39) que dejó a gentes y patrimonio destrozados.
Busca el viajero hablar con la gente y sabe que el lugar más idóneo es el bar, un lugar que hace a su vez de centro cultural. Y, allí vamos a tomar un café.
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Al fondo, granjas de engorde
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Peirón en Visiedo
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