"Alfambra, que no esta mucho luent de Buenya" (Leyenda de La Enterrada Viva)
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RUTAS MEDIEVALES
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En el año 1119 Alfonso I el Batallador
conquista Zaragoza. Dos años después (1120) los almorávides plantean una
contraofensiva. Pasan por Teruel (ya había un alcázar) y siguen el camino que las caravanas llevaban
desde Valencia a Zaragoza para encontrase con los cristianos en Cutanda. A tal
efecto, cuando Alfonso II construye y amuralla la villa de Teruel, coloca la
Puerta de Zaragoza al final del Tozal, mirando hacia el Alfambra. Tanto en la
época de Alfonso I el Batallador (y anteriormente), como en la época de Alfonso
II y posteriores, el camino hacia Zaragoza se inicia desde la muela de Teruel
por esta puerta situada en lo alto de la ciudad, al final del Tozal (punto más alto). La cuestión radica en saber si
el ejército almorávide, llegado a Perales sigue, la ruta natural en busca el
río Pancrudo y luego el Huerva atravesando: Perales, Rillo, Pancrudo,
Portalrubio, Torre los Negros, Barrachina y Cutanda. O, por el contrario, gira a
la izquierda atravesando el campo de Visiedo para llegar a Bueña e
inmediatamente Monreal. Si hubiera tomado esta segunda ruta, la del valle del
Jiloca, le hubiera llevado directamente a Zaragoza ya que pasaba la Vía Romana
Cesaraugusta-Laminio y no hubiera tenido necesidad de desviarse a Cutanda. Todo
ello teniendo en cuenta que es el almorávide el que va al encuentro del cristiano
y no al revés (es una contraofensiva).
Sin embargo, en el manuscrito 353 de
la Biblioteca de Cataluña que contiene la historia de los Marcilla las cosas
son más claras. En el texto que viene inmediatamente anterior a la leyenda de
La Enterrada Viva se señala a Bueña como la puerta de Teruel. Los
conquistadores, según esta versión, llegados a Monreal giran a la izquierda por
Bueña, Argente, Villel, Perales y Alfambra.
Ahora que los de Cutanda (los cutanderos) andan
entretenidos en recuperar esta famosa batalla y encontrar algún resto que
pudiera retrotraerlos a esa época, no deberían de dejar de rastrear las
posibles rutas por ver si algún hallazgo nuevo arrojaba, alguna luz, sobre esta
extraordinaria batalla.
Para nosotros, y es una opinión, la
ruta más lógica es la de Ubieto, la de las caravanas.
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