LANAS DAUDÉN
*
El ganado lanar ha sido la base de la
economía de la actual provincia de Teruel durante siglos. Particularmente, en
los siglos XVII y XVIII hay una época dorada para toda el área del Sistema
Ibérico. La ganadería extensiva, la trashumancia, la manufactura de la lana
(plusvalía) y la exportación de la misma a Nápoles (Camino de los Pilones)
hacen de Teruel una tierra rica. La iglesia es el termómetro de este periodo de
bonanza, pues la Iglesia es la encargada de cobrar los tributos que luego transfiere
a la Corona: diezmos y primicias. Por esta razón, prácticamente, durante el
barroco se reconstruyen (la mayor parte ex novo) todas las iglesias de la
provincia de Teruel.
La ganadería lanar sufre su primer
golpe mortal con la Guerra de la Independencia 1808-1814. Al efecto el Partido de Albarracín pasa de
tener 70.100 cabezas en 1808, a tener, 25.248 en 1814. De la misma manera el
Partido de Teruel pasa, en las mismas fechas, de 55.778 cabezas de ganado lanar
a 17.453. El ganado es utilizado para alimentar al ejército invasor, francés.
El resto del siglo XIX tampoco será
propicio dada las tres guerras Carlistas y el colapso en las comunicaciones,
pues, la lana tenía que atravesar hasta llegar a Nápoles por el Maestrazgo,
territorio Carlista.
El último repunte del ganado lanar
tiene lugar durante los años 50 y 60 del siglo pasado, y es, con ocasión del cerco económico y político que
sufre la dictadura de Franco. El echar mano a los recursos endógenos para
alimentar a los obreros en Cataluña convierte al ganado ovino, no en un productor de
lana, sino de carne: aparece EL TERNASCO.
Actualmente el “peso” en nuestra
economía del ganado lanar es ínfimo, casi testimonial. Tainas, teñadas o parideras permanecen abandonadas por nuestros
montes en estado ruinoso.
Sin embargo, hubo un tiempo (en Teruel:
“cualquiera tiempo pasado fue mejor”) en que el gremio de los PELAIRES era el
más importante.
Testigo último de este pasado en el
que el ganado, la lana, la piel, los lavaderos de lana, el hilado, los telares,
los tintes, los batanes… constituían la columna vertebral de nuestra cultura
económica, es la fábrica de lanas de Daudén que ahora se derriba.
Ningún historiador, arqueólogo,
etnólogo o variopinto ente cultural de Teruel ha mostrado ningún interés,
siquiera, por poner decoroso fin a tan larga y potente historia.
La Era de la Lana (con el derribo de
la fábrica) ha perdido su última referencia y nadie (en Teruel) se ha enterado
ni, nadie, acudirá a su entierro.
*
*
*
*
*
***
**
*
**
*