EL COMERCIO DE PROXIMIDAD
( Un recuerdo para aquellos hombres que recorrieron toda la provincia llevando los últimos avances de la tecnología: la radio, la televisión, el teléfono, el tractor, el coche, el frigorífico, etc., etc.)
( Un recuerdo para aquellos hombres que recorrieron toda la provincia llevando los últimos avances de la tecnología: la radio, la televisión, el teléfono, el tractor, el coche, el frigorífico, etc., etc.)
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Largos y penosos eran los caminos
de la provincia. Algunos con riego asfáltico y los más de tierra y baches, de
baches y tierra. Todos los hizo Alejandro con la furgoneta cargada hasta los topes.
Llegaba a la masada, a la venta o al pueblo, bien madrugado y sin almorzar. Luego la tarea era inagotable, las preguntas,
las explicaciones, los arreglos. Al cura había que ponerle la megafonía en la
iglesia. El Ayuntamiento, lo mismo te pedía una televisión para el Tele-Club,
que una máquina de escribir, que un pik-ub, que… A los vecinos había que
atenderlos por orden. Para unos había que subir al tejado a poner la “entena”,
arreglarles la radio en el momento, explicar como funcionaba la lavadora y,
finalmente, dejar bien claro que al cerrar el frigorífico, la luz quedaba
apagada. Días duros de trabajo, de apurar hasta el último momento, de dejar la
faena terminada para no tener que volver al siguiente. Con noche cerrada y sin
gasolineras abiertas, en el alto de las Tahonas un día (cuenta), hubo suerte,
se quedó sin combustible pero para entonces ya era todo cuesta abajo, hasta la Colmena. La promoción de los “Tele-Club” le llevó prácticamente a todos los
pueblos de la provincia. Conoció entonces todas las fondas y todas las noches
turolenses. Comió con las gentes más diversas. Muchos como él atravesaban, vendiendo, todo el páramo turolense. Se trabajaba sin horario para sacar
adelante a los hijos. Luego, luchar con los clientes y sus pillerías. El que no
pagaba… el que te lo aplazaba sine díe… el que te quería hacer un cambalache…
el que estaba en un apuro económico… Dejó buena memoria. Tal es así que la
gente no quería saber nada del aparato en cuestión, si lo recomendaba Alejandro, era suficiente. Luego volvía si había necesidad de arreglos. Era y es el espíritu
del comercio de barrio y de nuestra provincia. La cercanía y la seguridad de
ser atendido en cualquier momento, truene o nieve. Aprovechamos ahora que es Navidad y que
Alejandro está fuera de Teruel para mandarle un mensaje de recuerdo, de
agradecimiento por los servicios prestados y a la vez, felicitarle las Navidades.
¡Se lo merece ¡ ¡ Se lo ha ganado a pulso!
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