Hay una expresión coloquial referida a Teruel que dice: “TERUEL, TIENDECIAS Y BURDEL”. Teruel como epicentro medieval de una comunidad de hasta 75 aldeas y una villa debía de proveer de lo necesario a sus habitantes en una economía autárquica (feria y prostitución).
Desde el neolítico el hombre es más o menos
monógamo y, la prostitución, suponía una válvula de escape a este
encorsetamiento; sobre todo desde que los romanos desarrollan el derecho de familia
que será definitivo en el área europea de cultura cristiana. Así, en el Teruel medieval
hay datos difusos sobre la prostitución a través de leyendas y relatos más o
menos verídicos. Otras veces se hacen constar explícitamente. Así, cuando se
crea el convento de Santa Catalina en la actual placeta de Cristo Rey, se
señala que hay que desalojar a las prostitutas que ejercían en esta zona. Hay otro
relato mitad legendario, mitad verídico, en el que se hace ahorcar a un moro de
Albarracín por yacer con una prostituta cristiana. Pero sobre todo, hay que
señalar que en esta época el prostíbulo era propiedad del concejo, es decir, un
servicio público necesario.
La tradición señala los lugares en los que había en Teruel casas de prostitución. Una de ellas junto al portal de la Traición. Más recientemente, el lugar más explícito era la fonda situada en la plaza del Santo Cristo. Durante el tiempo que hubo en España Servicio Militar, el día del sorteo de los quintos se formaba una cola de soldados (reclutas todavía) en dicha fonda y dicen que, los orines de las meadas de los mozos, como animales en celo, llegaban cuesta abajo hasta San Julián.
**
*