Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN - Trabajo propio
Vista parcial del poblado minero de La Azufera de Libros
(Teruel), en los años treinta -lectura-: 1) Escuela pública, 2) Cuartel de la
Guardia Civil, 3) Economato, 4) Frontón de pelota, 5) Hornos de azufre
antiguos, 6) Plaza pública/Campo de fútbol, 7) Tienda (mercería), 8) Ermita, 9)
Primera barriada, 10) Segunda barriada, 11) Tercera barriada, 12) Lupanar
(Barrio chino), 13) Casa sindicatos, 14) Tasca, 15) Hospital, 16) Casa del
médico, practicante y directivos, 17) Carnicería y panadería.
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COMENTARIO DE MISCELÁNEA TUROLENSE
En los años 30 del siglo XX, de todas las explotaciones mineras que hay en la provincia de Teruel, destacan por la gran cantidad de mano de obra que utilizan, tres: hierro en Ojos Negros, carbón en Utrillas y azufre en Libros. Las tres compañías son foranas, dos de Zaragoza y una del País Vasco. En toda esta actividad tuvo mucho que ver Domingo Gascón y Guimbao, quien como diputado en Madrid y con su revista Miscelánea Turolense puso a disposición de las empresas interesadas los pozos mineros que registró y unió para su mejor explotación.
Estas explotaciones no crearon capital social en la provincia y la única banca local que había, la Banca Garzarán, que prácticamente servía de auxiliar en lo spagos, no pudo superar los años 50 del siglo XX. Teruel quedó definitivamente descolgada del proceso de capitalización y de desarrollo industrial. Las compañías que llegaban a Teruel eran "coloniales". Véase el ejemplo de Santa Eulalia del Campo. La azucarera era catalana y aquí trajo o construyó de todo, como si fuera África, en efecto trajo: fábrica, poblado, escuela, iglesia, campos de deporte, médico, farmacia, economato...
La fábrica era un mundo ajeno a su entorno. Los pobladores nativos le servían para que le proveyera de remolacha a bajo coste.