En la plaza de la Merced se recogen todas las aguas que bajan del Rabal y de Ollerías. Se forma el barranco del Rabal (o Arrabal). Desde aquí a los Franciscanos y el río, el barranco que ahora se llama calle Bajo los Arcos, ha excavado unas laderas en las que el hombre a lo largo de los siglos ha ido, de forma anárquica, acomodando sus viviendas. Todo ello ha dejado un paisaje urbano desolador. Por ello la ciudad, si tal nombre quiere tener, debería acometer un plan especial que ponga en orden todo este desconcierto que verán en las siguientes fotografías.
Las laderas de la margen derecha del
barranco del Rabal empezaron a ser un problema para la ciudad tras la guerra.
La urbanización que se creó ex-novo en las Eras de Santa Lucía y que se llamó
de Cuevas del Siete, pretendía desalojar las casas cueva de esta zona y
repoblar forestalmente las laderas. Porque, las laderas que hay en torno a las
muelas que escoltan al río Turia siempre han sido una preocupación para la
ciudad (véase el actual proyecto entre la Enriqueta y Cofiero). Antes que gastar (inútilmente) el dinero en el parque de las Arcillas, se debería haber resuelto este tema. Pero, sea por la razón que sea, nunca ha sido posible hincarle
el diente a este problema. El Ayuntamiento que lo consiga, desde luego, tendrá
mi aplauso y transformará radicalmente una parte de la ciudad.
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AVISO:
ALGUNAS DE LAS SIGUIENTES FOTOGRAFÍAS PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR DE MISCELÁNEA