COMPROMISO DE CASPE
CANDIDATOS AL TRONO DE ARAGÓN
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Fernando de Trastámara
Jaime de Urgel
Alfonso de Gandía
Luis de Anjou
Federico de Luna
Isabel de Aragón y de Fortiá
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UNA VISIÓN DE ESTADO
Tras la caída del Imperio Romano y su
cristianización la Iglesia y el Papado
se presentan como la superestructura ideológica y de poder de un mosaico de
reinos esparcidos por una Europa medieval que con la incorporación y cristianización de los
bárbaros trata de sobrevivir amenazada por el potente imperio musulmán. El
Papa, a menudo, ve como su política y su poder resbala entre las manos de unos
reinos feudales más preocupados en el poder personal que en los planteamientos
estratégicos a nivel global.
El Papa otorga territorio y coronas a
aquellos súbditos que le son más afectos y tienen mayor poder para la defensa de la cristiandad frente al
infiel. Uno de los muchos ejemplos es la isla de Cerdeña otorgada al rey de
Aragón, para cuando la conquiste. De
esta manera el Papado se aseguraba de la defensa de su territorio poniéndolo en
manos de los reyes más poderosos.
Por eso tiene importancia el
Compromiso de Caspe, porque pone en solfa una cuestión esencial. Tal es, la
creación de un poder cristiano imperial capaz de hacer frente al poder Otomano.
De todas las candidaturas a ser rey de Aragón
hay dos que tienen esta visión estratégica y que hoy podríamos llamar candidaturas de Estado. Son, por un aparte, la candidatura de Luis de Anjou apadrinadas por García Fernández, arzobispo de Zaragoza y, por la otra, la candidatura de Fernando
I de Antequera (Trastamara). En el primer caso, el bloque resultantes sería Aragón-Anjou y
en el segundo caso, que fue el efectivo, y apadrinado por el Papa Luna, la
formación del bloque Aragón-Castilla.
El quattrocento es el renacimiento en
Italia y también, la creación de estructuras superiores como el Estado.
La opción que tenía todas las de
ganar era la de García Fernández de Heredia, pero al ser asesinado en Almonacid
de la Sierra (por un sicario de jaime de Urgel), los ojos se vuelven hacia el castellano, cuya mujer ostentaba la
plaza de mayor poder económico de Europa.
La opción del de Antequera rápidamente
dio sus frutos y se incorporaron (con Alfonso V) a Aragón las dos Sicilias.
Luego, con la era de Fernando II el Católico se forjará un imperio con el que, en la batalla de Lepanto (Felipe II), se acabó con el poder Otomano. Quedaron unos restos de
piratería otomana que no serían eliminados hasta mediados del siglo XIX, pero, eso es
otra historia.
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