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lunes, 30 de marzo de 2020

Marzo2020/Miscelánea. DE SANTA EULALIA, EL QUE LO ES SE LO CALLA


Santa Eulalia en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid
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EL QUE LO ES SE LO CALLA
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Corría el primer cuarto del siglo XIX, siglo convulso y de grandes transformaciones políticas y sociales, cuando sucedieron los hechos que a continuación vamos a relatar. Con el estallido de la Guerra de la Independencia en España dio también comienzo una nueva edad de la historia, la Edad Contemporánea. En este tiempo destacó por su inteligencia y su patriotismo un vecino de Santa Eulalia del Campo llamado Isidoro de Antillón y Marzo. Isidoro estaba allí donde el vértice del nuevo movimiento se ponía en evolución. Participó activamente con otros turolenses en la confección de la Constitución de Cádiz, constitución que chocaba frontalmente con el poder absoluto de rey, hasta entonces. Por esa principal razón Fernando VII tomó deseo de venganza contra él a pesar de que, el de Santa Eulalia, había formado parte de las Juntas de Defensa que se habían levantado para defender a España de la invasión napoleónica. Fue además, el de santa Eulalia un reputado geógrafo, eminente político en el sentido superior de la palabra y jurisconsulto.
Rondaba el año 1814 cuando Fernando VII vuelve a España aclamado por la población.  Dispuesto a restaurar la monarquía absoluta y eliminar la Constitución de Cádiz, mandó buscar a Isidoro por las tierras turolense, todavía no existía la provincia de Teruel, para llevarlo a Madrid.
Nada más entrar los soldados procedentes de Madrid por el Pedregal en tierra aragonesa, comenzaron a preguntar a la gente en busca de Antillón. ¿Eres de Santa Eulalia? ¿Sabes donde vive Isidoro de Antillón? Así    que, el temor a los soldados del rey se extendió por toda la cordillera Ibérica. De esta manera, si acaso topaban los soldados, por casualidad, con un vecino de Santa Eulalia y, le hacían las dos preguntas de ritual, estos, callaban amedrentados. Y así, a base de interrogaciones y castigos crueles, prosiguieron el rastro hasta hallarlo en Mora de Rubielos. Aquí fue apresado, pero ya con una grave enfermedad, murió de camino a Madrid en su pueblo natal donde fue enterrado.
Pero, la venganza de Fernando VII no se vería totalmente satisfecha hasta que, pasado el Trienio Liberal (1820-23), mandó sacar su cuerpo de la tumba de la iglesia de  Santa Eulalia, quemar sus restos y esparcir sus cenizas.
De esta manera el temor se apoderó de los hijos de Santa Eulalia de tal manera que cuando les preguntaban su procedencia, todos automáticamente y presos del pánico callaban. De ahí el dicho. “De SANTA EULALIA el que lo es se lo calla”.
Pasó el tiempo y se perdió memoria de estos hecho entre la población de la provincia, sin embargo, sí que está todavía viva entre los lamineros o soplones pues, así como lo relatamos ahora, nos lo han contado al carasol de esta iglesia que hiciera Pierres Vedel en el lugar.
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