Tamames definió el franquismo diciendo: España era un laboratorio de desintegración económica. La SEAT (por poner el ejemplo más representativo) se creó en Barcelona poniendo dinero todas las diputaciones provinciales de España. Así la inmensa mayoría del territorio nacional quedó en páramo. Particularmente la España interior caminó durante décadas hacia la desertización. Ahora, a este orden (o desorden) de cosas se le ha puesto nombre y dinero. El nombre se le llama España Vaciada y, en dinero, se ha calculado unos 750.000.000.000 (setecientos cincuenta mil millones) en 25 años.
El problema ES y existe. Es un problema cierto, heredado y de difícil solución. Teruel que ha padecido sobremanera, por sus peculiaridades, este problema del vaciamiento se le compensa cada año con una propina que se llama FITE.
Azcón visita a Sánchez. Sánchez visita al Papa. Todo es ornato, farfolla y alguna propinilla, pero el problema, si tiene solución, tardará muchos años.
Qué sacamos en claro del problema de desintegración de aquellos años los turolenses. Pues, algunos productos agropecuarios nuestros se revalorizaron porque había demanda en Cataluña y el País vasco. Se crearon algunas Denominaciones de Origen que ya estaban pensadas para fijar población, pero que en este aspecto fracasaron, no en el de ser unos productos extraordinarios: TERNASCO. MELOCOTÓN DE CALANDA. ACEITE DE OLIVA DEL BAJO ARAGÓN. UVA DE MESA (CRIBATINAJA) Y JAMÓN. La primera y mayor central termoeléctrica de España fue la de Aliaga.
En esencia, los territorios vacíos aportaban materias primas y mano de obra (emigración) mientras que en origen crecía el abandono.
Quién quiere heredar tal panorama. Ningún político quiere hacerse cargo del problema y menos los catalanes y vascos que una vez saciados dicen: “adiós”. Lo nuestro es para nosotros y vosotros ya os apañareis. Dicen que quieren ser independientes.... ¡País...!