LA IGLESIA DE LOS POBRES
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Todo comenzó el día que me propuse
averiguar el significado de mi pueblo natal, Almohaja, en la provincia de
Teruel. Observé que el Poema de Mío Cid aparece esta palabra muy a menudo en la
forma Almofalla. Evidentemente es un apalabra de origen árabe y significa
hueste en cabalgada. Pero, que sentido tenía ponerle a mi pueblo ese nombre. No
acertaba a entender por qué… Hasta que un día, un amigo, me envió un trabajo/estudio
realizado en una universidad vasca que trataba de las almohajas existentes en
la península Ibérica. La conclusión era asombrosa. Las almohajas están situadas
al norte del río Duero en Castilla y solamente hay una en Aragón, la de la
provincia de Teruel. Concluía el estudio que durante el dominio árabe de España
hasta la caída del Califato de Córdoba se enviaban tropas (almofallas) a las
proximidades de los obispados, allí permanecían un tiempo hasta que el obispo
recaudaba el impuesto que debían pagar a los moros. Así que, en nuestro caso,
la hueste se asentaba un tiempo en lo que hoy es Almohaja y una vez recibida la
recaudación del obispo de Albarracín marchaba a Córdoba. Lo curioso del caso es
que los obispos cumplían con el mismo papel en los reinos cristianos. La
reconquista se organiza de este modo. La Iglesia recaudará los diezmos y
primicias para ayudar al rey en la reconquista y la nobleza no pagará impuesto
pero se verá obligada a contribuir con soldados en las batallas. Lo que pasó después
es que tras la caída de Granada en 1492 nada cambió. La Iglesia siguió cobrando
el diezmo y los nobles siguieron sin pagar impuestos. Todo esto hasta bien entrado
el siglo XIX en que se suprime el diezmo y aparecen las contribuciones: la rústica
y la urbana (que se pagan a la Diputación Provincial).
Pero que nadie se asuste. La Iglesia
ha funcionado así desde los tiempos de San Pablo. San Pablo es el gran cerebro
de la Iglesia Católica. Establece tres principios: Primero: predicar a los
gentiles (gentiles son, todos aquellos que no son judíos). Así que, el campo de
acción es impresionante. Segundo: incorporar la filosofía aristotélica al
incipiente cristianismo falto de todo cuerpo doctrinal. El hombre tiene alma
inmortal y cuerpo mortal. En esencia es un semidiós y esto es muy atractivo.
Aparecen una cantidad ingente de mártires fanáticos en defensa de la nueva religión (salvar el alma es lo esencial).
Tercero: Todo poder procede de Dios. El que ostenta el poder puede ser un
tirano pero los designios de Dios son inescrutables. Así que, la Iglesia
estará con el rey justo y con el tirano.
Allí donde esté el poder, allí estará la Iglesia bajo su cobijo.
Como puede verse nada ha cambiado y
la Teología de la Liberación es un ejemplo de ello. Cuando se plantea el
Concilio Vaticano II el clero francés señala. Si tres cuartas partes de la
humanidad abrazan el socialismo, la Iglesia debe establecer una línea de
comunicación con ese nuevo poder. Nace así la Teología de la Liberación. Lo del
poder está bien, pero, otra cosa es unirse o vivir bajo un poder que es ateo de
forma manifiesta. El problema vino cuando el Papa Benedicto XVI desmonta el
tinglado. Benedicto señaló, la Teología de la Liberación dice: “LA VERDAD NO
EXISTE, LA VERDAD SE CONSTRUYE”. Este punto es el crucial y a esta línea de
flotación disparó Benedicto XVI que inmediatamente pasó a ser Papa emérito (un trasto molesto).
El Papa Francisco, el Cardenal Omella
Omella y un largo etcétera pertenecen a la Teología de la Liberación. Saben,
como lo sabía San Pablo, que para la supervivencia de la Iglesia hay que estar
con el poder, con cualquier poder. Omella ha conseguido a base de callar las
atrocidades del Gobierno, el aborto, etc. etc., una posición privilegiada ante el
Gobierno, el sobreseimiento de las inmatriculaciones, el no tocar el Concordato (no pagan IBI),
etc. La Iglesia vive bien con el Sánchismo y cierra los ojos ante el mal (ojos que no ven corazón
que no sufre).
A quién le espanta las imágenes de arriba (en realidad los dos son golpistas).
La matanza de religiosos en la pasada guerra civil en España fue tremenda. Pero, pronto olvidaron lo que Franco había hecho por ellos y volvieron a las andadas.
Pero, la Iglesia es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y los demás unos simples e ignorantes mortales. Así que: ¡CHITÓN!
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