Visitamos
Tarazona, también su catedral, antes de
subir al pico del Moncayo o de san Miguel, esa enorme montaña que encierra en sí
misma todo un mundo hasta ahora desconocido para nosotros. Con sus 2.315 metros
sobre el nivel del mar, el pico de san Miguel, representa la mayor altura de
todo el Sistema Ibérico, superando a Javalambre y a Peña Roya. El camino
atraviesa diferentes pisos vegetales de robles, hayas y pinos. Muy propicio
para la micología, este domingo estaba muy concurrido, siendo esta actividad,
junto al senderismo y el estudio de la naturaleza sus principales aportaciones
a la economía de la zona. Posee en sus faldas un Centro de Interpretación que contribuye
a su conocimiento y a fomentar el respeto por esta joya aragonesa. El otoño
acaba de llegar al Moncayo por llevar, este año, casi un mes de retraso. Es entonces, cuando la
naturaleza pródiga en este ecosistema, se pinta de mil colores haciendo con ello felices a sus visitante, que se llevan magníficos recuerdos de su visita y
que no dejan de volver otoño tras otoño a repetir tan grata experiencia.
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A los 1.600 metros de altura encuentra el caminante un lugar donde reponer fuerzas.
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Los paneles ayudan en todo momento, al viajero, a tomar decisiones sensatas. Hay que recordar que a la montaña hay que tratarla siempre con respeto.
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Un pequeño sendero nos lleva a la ermita de san Gaudioso.
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Sendero hasta la ermita de San Gaudioso.
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Fuente frente a la ermita de san Gaudioso.
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Ermita de San Gaudioso.
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Interior de la ermita.
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Vista de las faldas del Moncayo con sus numerosos pueblos sembrados a los pies de la gran montaña.
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Imagen del otoño que se avecina en los hayedos, robledales y pinares.
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La micología es una ciencia que conviene dominar al recolectar hongos.
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Poco a poco el Moncayo se viste de otoño.
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Acebo.
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