ALVAREZ DE MIRANDA,
PRESIDENTE DEL CONGRESO,
EN ORIHUELA DEL TREMEDAL
Orihuela del Tremedal es uno de los 23 pueblos de la
provincia de Teruel declarado Conjunto histórico-artístico. Es además, uno de los pocos pueblos (quizás el único) cuya
advocación religiosa, la Virgen del Tremedal, ha traspasado el ámbito provincial para
llegar a América. En su perfil urbano destaca la iglesia dedicada a San Millán
y, más abajo, los palacios señoriales y la fuente del gallo junto al río
del mismo nombre. A uno y otro lado del río fábricas y caserío se dan la mano.
Luego, el término municipal se amplía y da para mucho. Al puerto, con sus
pinares y sus prados, se le ha llamado “la selva negra española”. Los ríos de
piedra, las innumerables fuentes, su santuario de la Virgen del Tremedal, su riqueza micológica, su
residencia para el descanso… son todos alicientes que van ganando la voluntad
del visitante. Solamente una cosa llega a colmar todas las expectativas del
viajero, esta es, el trato humano y amistoso con el que las gentes de este lugar tratan al visitante. Para que no se diga
que hablo por quedar bien contaré, un hecho cierto, recogido en los medios de
comunicación de Aragón en esa época (1978). A comienzo del curso 1978/79 el
alcalde de la localidad nos llamó a los maestros para que el martes, a primera
hora, estuviéramos en el Ayuntamiento. Se trataba de recibir a una persona muy
distinguida, se trataba de don Álvarez de Miranda, recién nombrado presidente del Congreso de
los Diputados. Don Álvarez de Miranda, según se nos dijo, había estado "¿exiliado?" o "retirado"
en esta localidad por orden de Franco. Lo primero que hizo él, nada más ser nombrado
presidente de la Cortes, fue viajar a Orihuela a saludar a los oriolanos. ¡No es mal detalle! Recuerdo que esa mañana hubo trajín de gente y,
también, de los trabajadores de Telefónica que estaban haciendo un tendido de
cables junto a la carretera por donde debía pasar el señor presidente de las
Cortes españolas. No contaré el innumerable "ejercito" de valencianos que siguen
subiendo a Orihuela cada verano y cada otoño a disfrutar de su clima y de sus gentes, sus
dos valores más consolidados, junto a su naturaleza prodigiosa.
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