CASTILLO DE LOS ARES
(Torre de El Buco)
Sabemos, por un vaso campaniforme hallado en Almohaja, por las excavaciones arqueológicas y por las pinturas rupestres de la Cueva de los Tioticos, que estas tierras estuvieron habitadas desde el principio de nuestra civilización.
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Sabemos, por un vaso campaniforme hallado en Almohaja, por las excavaciones arqueológicas y por las pinturas rupestres de la Cueva de los Tioticos, que estas tierras estuvieron habitadas desde el principio de nuestra civilización.
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Si haces caso a la señalización
de la carretera, antes de llegar a Pozondón te desvías a la derecha por un
camino aceptable y llegas a este singular castillo casi totalmente derruido por
el tiempo y el olvido. Las señales te indican que estás en el término municipal
de Pozondón pero puedes ir a Almohaja, a Rodenas, al Barranco Cardoso y,
también, a Peracense. Construido con piedra de rodeno como el de Peracense parece,
también, un castillo fronterizo. El castillo, además de fronterizo, pudo
escoltar durante algún tiempo el camino por el que circulaban los señores de Albarracín
desde Azagra (Navarra) hasta el señorío Independiente “heredado” de los Aben Razín.
Los Azagra hacían el camino de ida (Azagra-Albarracín) saliendo de la villa del
mismo nombre por el valle del Ebro hasta Zaragoza. Desde Zaragoza tomaban la vía
romana “Cesaraugusta-Laminio. El primer puerto de montaña que encontraban era
el de El Alto de San Martín, en
Encinacorba, y allí establecieron casa otros Ruiz de Azagra con ocasión de las Desamortizaciones del XIX. Seguían ruta por
Campo Romanos y por la Venta del Cuerno bajaban al valle del Jiloca. En el
Jiloca, a la altura de Villafranca, subían hasta Peracense y girando a la izquierda
llegaban a Almohaja, Pozondón y, finalmente, a Albarracín. Este “atajo o alcorce”
era seguro por la existencia de estos dos castillos. Cuando desaparece el señorío
deja de tener función la Torre del Buco (macho cabrío, cabrón) o Castillo de los Ares. Si
seguían la ruta normal, es decir, siguiendo la vía romana Cesaraugusta-Laminio
llegaban a Cella. Desde este punto, buscando el Guadalaviar por Gea (Exea), subían hasta Albarracín, un camino
más largo.
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El castillo requiere una actuación de urgencia para consolidar, al menos, sus restos.
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VIAJE DE ESPAÑA, TOMO XIII - PÁGINA 832
ANTONIO PONZ
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"Después de muy bien agasajado que fui en casa de un vecino de Villar de Saz, antiguo y verdadero amigo y gran proveedor del bien público, continué mi camino por territorios quebrados entre encinas y carrascales, pasé por los lugares de Peracense y Almaja, situados entre altos cerros, y después de caminada una legua larga por un barranco solitario que llaman el Carrascal se sale a una dilatada y llana campiña hasta llegar a la Villa de Celda, cuyo camino es de cinco leguas desde Villar de Saz, descubriéndose algunos pueblos a cortas distancias del camino, entre ellas Alva, Torremocha, Santa Olalla, etc."
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Bellísimo torreón, milagrosamente en pie.
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El tiempo y el olvido va haciendo mella en su débil estructura.
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Arranques de la fortaleza sobre el rodeno.
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Puerta de entrada al castillo.
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Parte interior de el enhiesto torreón.
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Cuando hay abundancia de cal se sujeta mejor la piedra de rodeno.
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El conjunto forma, hoy, una estructura caótica.
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Parte de levante del castillo.
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Como una vela de barco, resiste a las inclemencias del tiempo.
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El entorno del castillo es un lugar privilegiado para las aves y para la flora.
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Escalambrujos y cerecicas de pastor pintan de rojo el entorno del castillo.
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El rojizo de la puesta de sol, pone fin a nuestra visita.
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Poste de información roto.
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Desde el interior del castillo.
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