Un día le pregunté a Agustín Alegre por este cuadro y me dijo que una vez terminada su carrera, su madre le dijo: Hijo mío, ahora quiero que me pintes a Santa Eulalia. Es, pues, una de las primeras obras de Agustín, digamos que como profesional. Una obra de una belleza excepcional.
Si Madrid cuelga en su catedral
un lienzo de Agustín Alegre, cómo no había de colgarlo su pueblo natal. En el
coro de la ermita de la Virgen del Molino tiene la población una obra maestra
de Alegre. Se trata de la muerte "dulce" de Santa Eulalia, mientras, su cuerpo está
cubierto de heridas hechas por los garfios de los torturadores. Un cuadro que
cierra un bello recorrido por esta ermita cuidada hasta el más mínimo detalle.
*
Frente al tormento, serenidad y dulzura en el rostro de Santa Eulalia.
*
Un haz de luz ilumina la escena. Nos recuerda los cuadros de Goya.
*
Juego de luces y sombras trabajadas con maestría por el pincel de Alegre.
*
La recuperación del molino sería un digno colofón al entorno.
*
Espacio recreativo junto a la ermita.
*