EL ARTE EN TERUEL
La Escuela de Bellas Artes,
ubicada en el Campus Universitario de Teruel, es un moderno y magnífico edificio
de reciente construcción. El día 3 de octubre (jueves) antes de las 20 horas (meridiano alemán), ya
estábamos en la puerta del mismo. En el vestíbulo, las obras de la II bienal de
arte comarca Andorra-Sierra de Arcos estaban preparadas. Llegaron, luego, las autoridades y, tras la
charla distendida que siempre se produce en estas ocasiones, comenzó el acto. La
alcaldesa de Crivillén habló primero. Crivillén es la patria chica de Pablo Serrano,
uno de los más importantes artistas del siglo XX. Aragón le puso un museo en
Zaragoza y Crivillén otro allí donde el zagal dio sus primeros pasos. La Comarca
honra su memoria con esta bienal de arte y que cunda el ejemplo. Los frutos, de lo que se está haciendo
en Crivillén y en la Escuela de Bellas Artes de Teruel, ya van mostrándose. Hay que
dar tiempo al tiempo, la creación requiere sosiego y paciencia. Teruel (la
provincia) ha dado buenos artistas a lo largo de historia y ahora seguirá
dándolos y mejorándolos al otorgarles una formación básica que antes debían adquirir fuera. Tras el soberbio edificio, el
cielo de la tarde su puso azul por las montañas de Gea de Albarracín. Las nubes, en caramuello,
se recortaban limpias como un cuadro de Fernando Romero. Fernando sabe captar
el aire húmedo que se levanta sobre la seca tierra turolense. Ya de niño, su
madre le hacía pintar nubes sobre todos los paisajes de su infancia. Pintó
sobre el aire puro, nítido, del Jiloca en Santa Eulalia y pintó, también, sobre
las nieves puras de Javalambre que se atisban desde Villastar. Pintó y pintó de
niño sin descanso y ha hecho, hace y hará del pincel su vida. Le espera un magnífico
futuro pues no en vano se aprecian en él enormes facultades para el arte. Queda
mucho camino por delante aunque no será fácil, pues todos los alumbramientos exigen su tributo pero, si persiste, logrará
cuajados frutos. Se los merece y se los deseamos. Salimos de la sala contentos
de los visto, bellas esculturas y magníficas pinturas. Ya era la noche
turolense y los faros de los coches buscaban su hogar. El cielo negro de la noche se comió las nubes, como en un sueño.
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Magníficas instalaciones para el arte en Teruel.
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