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jueves, 14 de marzo de 2013

Marzo2013/Miscelánea. PAPEL DE LA LENGUA EN EL NACIONALISMO (EL CASO CATALÁN)


EL CHAPURRIAU
( ¿Cómo se reconoce una lengua?)
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Esta lengua, turolense, durante siglos y siglos ha vivido con nosotros con total naturalidad y respeto. Con el desarrollo de las doctrinas nacionalistas se presiona constantemente para "salvarlo" incorporándolo al catalán y aplicándole la normalización y la normativización de la lengua unificada de los catalanes. Esto, sin lugar a dudas, sería su fin.
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La cosa no está exenta de guasa toda vez que los propios hablantes no sabrían darle un nombre. De hecho no saben dárselo. Sucede eso en países de poco peso político y mediatizados por los vecinos. Es el caso del Chapurriau, hablado en el Aragón Oriental. Se trata de una lengua hablada durante siglos en un área territorial aragonesa fronteriza  y separada de  Cataluña, que goza de abundantes y riquísimos sustratos lingüísticos a la que se quieren fagocitar los catalanes (ambas cosas: habla y tierra). De la misma forma, el aranés, otra lengua fronteriza y próxima al aragonés, no entra en discusión dada la diferencia de poder político entre Aragón y Cataluña. Si nosotros cultivásemos el nacionalismo o el expansionismo etnocultural hablaríamos de Aragonia o de aquellos territorios que por su cultura deberían pertenecer a la nación aragonesa. Estaríamos hablando del Valle de Arán o del Rincón de Ademuz...
 Desde Lebrixa sabemos que los filólogos describen una lengua y que los políticos la definen y le dan naturaleza (Lebrixa presenta la Gramática Castellana a la reina Isabel I la Católica en 1492). No está bien que los filólogos se hagan intérpretes y abanderados de ninguna ideología y establezcan qué es y qué no es lengua o romance. Resultado de las malas prácticas hemos llegado a la situación en la que los filólogos (algunos), dicen lo que es el Chapurriau y los demás a callar. Así es, estamos cansados de oír decir que el Chapurriau es Catalán y del bueno. ¿No les queda más remedio a nuestras instituciones que darle la bendición al responso del filólogo ideologizado? Para llegar a esta situación, de control de las lenguas con fines políticos, se ha abusado de un instrumento muy eficaz que se llama normalización/armonización lingüística. La normalización consiste en fundir las diferentes formas de hablar de los diferentes territorios en una sola. Allí donde había varios dialectos se han suprimido formando una nueva y sola (ahora) lengua. Después de tamaña operación (realizada a conciencia en Cataluña) se dice que el Chapurriau se parece a esa nueva lengua “artificial” recién creada… ¡Ya es sorprendente, ya! Bernardino Gómez Miedes decía que los aragoneses tras la conquista de Valencia se habían quejado a Jaime I de que diera los Fueros en el  catalán diplomatario, siendo la conquista empresa del reino de Aragón.  Los valencianos con el tiempo han utilizado la normalización para separar su lengua del catalán. A esa nueva lengua se llama, valenciano y ya aparece singularizada en el Boletín Oficial del Estado y en el de la Comunidad Autónoma. Así pues, el nombre de una lengua lo define el BOE o el BOA. A falta de definición de la lengua que se habla en el Aragón Oriental vienen los interesados, en este caso  catalanes, a meterse donde no les llaman. ¡Váyanse en hora buena! Atiendan sus asuntos que los aragoneses resolveremos los nuestros de la forma y manera que nos convenga. Por ello, nosotros que somos de la tierra le llamamos Aragonés oriental a lo que históricamente se ha llamado Chapurriau. ¿Y qué, que no esté normalizado? ¿Por qué habría de estarlo?  No hay cosa más importante tras la vida que la libertad y en primer lugar la libertad individual para pensar y hablar como a uno le venga en gana.
Los ideólogos del asunto dicen que primero hay que hacer la gramática descriptiva, después la normativa, el diccionario, escribir cuentos y novelas y que los políticos la metan en todos los asuntos del gobierno. ¡Que se ponga obligatoria en la escuela! etc., etc. Cuando todo ello se ha llevado a cabo señalan que esa es la lengua vernácula y vehicular. Tal cosa pasó en Cataluña desde que la Generalitat pedía el bilingüismo hasta nuestros días, pasando por el proceso de “normalización”. Pero una vez consumada la inmersión y aniquilación de la lengua hablada por una parte de la población, tras un par de generaciones, ya sólo se trata del monolingüismo. Los nietos de andaluces en Cataluña tienen como lengua vernácula y vehicular el catalán (normalizado) aunque el abuelo diga ¡Ozú! Lo sorprendente de todo este proceso desgarrador es que el "pueblo catalán" no dice ni “mu”.
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