JULIÁN GARCÍA FLAQUER
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Le
alquiló un piso a doña Pura Cordobés en la calle Temprado número 13, 3º-A. En
el mismo rellano vivía el canónigo Pacheu y los hermanos Cebrián. Hablaban poco
con la gente y se mostraban retraídos en el trato. Mi hermana Isabel pasó a
darles repaso a sus hijos y entabló más amistad con Esther, su mujer. Al
principio todo eran habladurías, como por otro lado es normal en una ciudad
provinciana y cerrada donde el control social era lo que predominaba. Un tipo
raro este Julián. Como era o se le
suponía artista, por verlo ir a la EAAOA, se entendía que lo fuera.
Pero el rumor creció y se extendió la especie de que “era anarquista”. De todas
formas no le pegaba mucho el calificativo. De su casa al trabajo y del trabajo
a casa, se mostraba serio y respetuoso… muy respetuoso. Con los vecinos apenas
cruzaba palabra. Julián seguía siendo, con los años, todo un misterio. Luego
supimos que era catalán y entendimos su conducta…”los catalanes son gente seria
y educada” al menos entonces se tenía esa opinión. Me imagino que para él, a
los 37 años, caer en Teruel donde el ambiente de la cultura plástica era un
páramo, debió ser muy duro. Pero claro, había que ganarse la vida y dar de
comer a los hijos. Para cuando quiso irse a Madrid ya había echado raíces
profundas en Teruel. Por eso la jubilación la pasó en nuestra ciudad donde tenía su círculo de amistad, particularmente, con Fernando Burillo. De otros no hablaba tan bien y
se quejaba de la falta de correspondencia a su generosa entrega. Con todo se confirmó,
finalmente, que, efectivamente, era anarquista y no pasó nada. De su obra, muy poco conocida
por los turolenses, teníamos referencias por los murales que hizo para la Escuela
de Artes que está situada frente al Ayuntamiento. Sin embargo, la exposición que hizo en el
Museo de Teruel, nos descubrió a un enorme artista que trabajaba en un mundo
imaginario y singular elaborando obras gigantescas. Con los años supimos que habíamos vivido, pared con pared, junto a una persona de extraordinario talento para del arte. Así era Teruel
en los años 70 del siglo pasado, una caja de sorpresas.
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Catedrático y Jefe de Estudios de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid.
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