EL PAPEL
ACTUAL DE LAS IDEOLOGÍAS
Por Chusé
María Cebrián Muñoz
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Actualmente en
el mundo hay 2.200 millones de cristianos (un 32% de la población mundial),
1.600 millones de musulmanes (23%), mil millones de hindúes (15%), casi 500
millones de budistas (7%) y 14 millones de judíos (0,2%).
Para que los cristianos alcanzaran la hegemonía
ideológica en el planeta, debieron pasar muchas cosas durante mucho tiempo. De
ellas destacaremos dos. La primera y fundamental reside en incorporar un elemento básico de la filosofía aristotélica: el hombre tiene dos vertientes, una material y otra espiritual. La
segunda cualidad es la que hace al hombre diferente de los demás animales. Los
reyes españoles admitieron el tráfico y comercio de esclavos negros en América
al determinar la Iglesia (detentadora de la ideología) que los negros no tenían alma. El padre de las Casas,
libera a los indios americanos de la esclavitud al otorgarles alma o sea espíritu,
esto es, concederles la categoría de seres superiores. La segunda causa del éxito
de esta ideología estriba en la practica del apostolado: “Id por todo el mundo
y predicad el evangelio a toda criatura.” El hinduismo, así como el judaísmo
viven en sus límites poblacionales y apenas se expanden fuera de su ámbito
etno-cultural.
El hombre
puede escrutar en su pasado. Puede analizarlo tranquilamente y puede, incluso,
modificarlo a su gusto para presentar los hechos o las conductas a la medida de
sus intereses. Sin embargo, el hombre, tiene una ceguera total sobre su futuro.
Alguna cosa puede aventurar a través de la codificación de los comportamientos
en el pasado y su proyección hacia el futuro pero, siempre, de forma muy general
y abstracta. Por ejemplo, puede aventurar que en el futuro seguirá habiendo
guerras, pues éstas, son una constante en la historia de la humanidad.
Sin embargo,
el hombre ansía tener certeza sobre lo que va a suceder. Para ello nacieron los
adivinos, los augures y toda una caterva de personas que supieron aprovechar
bien esta carencia. Aquí es donde surge la ideología. Ésta, no es más que la
plasmación de la angustia vital en una idea que será realidad en un futuro y de
la que se obtendrá plena y total satisfacción.
La
civilización humana que nace en cuatro valles aluviales: Nilo, Tigris y
Éufrates, Ganges, Amarillo y el altiplano del Perú, se desarrollan en torno a una ideología, es decir, en un proyecto imaginario de futuro. Nacen
de forma piramidal porque se producen excedentes agrarios que recoge el poder
supremo. Junto al faraón están los sacerdotes que elaboran el complejo
ideológico. Estas civilizaciones se mantienen vivas durante milenios porque
desarrollan instrumentos capaces de absorber las tensiones sociales. En época
de malas cosechas hay dos formas para que no surjan las revueltas que acarrea
el hambre. Se trata de la guerra y de la obra pública. En caso de necesidad el
campesino será llevado a una guerra en la que podrá proveerse de botín. También,
en otras ocasiones, trabajará en la construcción de pirámides a cambio de un
sueldo.
Sin embargo,
hay pueblos periféricos que no crecen en áreas con valles fértiles. Estos
pueblos que tienen una estructura tribal deben sobrevivir (en épocas de sequía) mediante mecanismos
excepcionales de adaptación a tiempos difíciles. Uno de estos pueblos es el
pueblo cananeo que almohadillaba su estructura social sacrificando al hijo
primogénito a los dioses, hasta hace poco aún pagabamos aquí, al clero, las primicias de los ganados y de las cosechas. Hay en la Biblia suficientes referencias a este tema. Vio Caín, el primogénito, que sus ofrendas no eran agradable a Dios y luego, en otra ocasión, el
mismísimo Dios, ordena a Abrahán que ofrezca en sacrificio a su hijo promogénito, Isaac. Hay más
ejemplos en este sentido, como el de la cultura Maya en mesoamérica, pero lo dejaremos aquí.
Durante mucho
tiempo, en la ideología de las religiones encontraba el hombre todo lo
necesario para satisfacer sus expectativas en cuanto a la vida en la tierra (se plasmaba en el libro del cristiano) y después de la
muerte (el cielo o paraiso). El origen de un aparente cambio se produjo en Europa con motivo de la
revolución industrial (a Europa llega materia prima de todo el planeta para su manufacturación). El proletariado se planteó que no era de recibo esperar
a la muerte para disfrutar una vida placentera como ya lo hacían los burgueses,
los nobles y los soberanos. Nace el Materialismo Histórico. Básicamente se
niega a Dios y la ideología que sustenta este movimiento ofrece, a cambio, construir el paraíso en la tierra. No hay que esperar a morir para alcanzar la
felicidad (piensan), pues ven que los burgueses ya son bastante felices aquí en la
tierra.
Esta nueva
ideología que en un principio era netamente proletaria ha tenido que
enriquecerse con diversas aportaciones de otras ramas del conocimiento, por
ejemplo, el Evolucionismo.
Todas
ideologías, sin excepción, plantean y ofrecen un futuro ya sea lejano o cercano
de felicidad para el hombre, desde Utopía de Tomás Moro hasta lo que pregona el
Partido Animalista.
El Partido
Animalista analiza la evolución humana y el papel de superdepredador del
hombre, para llegar a la conclusión de que hay que recomponer la historia de la
humanidad y volver al equilibrio primigenio. Todos los animales, y el hombre con
ellos, viviendo en total armonía. Este recurso de volver a lo primigenio o puro ha sido recurrente en multitud de
ocasiones, sobre todo en las sectas del judaísmo y del cristianismo (Cátaros o puros).
La evocación
de arcadia ha sido y es muy patente, particularmente entre los nacionalistas.
La construcción de un país perfecto donde el hombre sea feliz es el marchamo de
este movimiento. Tenemos ahora, de palpitante actualidad, el caso de Cataluña.
Este pequeño país alcanzaría la felicidad, a alguno de sus líderes se le caen
físicamente las lágrimas al evocarlo, si consiguen la ansiada independencia.
Lo más
preocupante de todo esto no son las promesas de las viejas religiones, ni mucho
menos. Se trata de las promesas de las nuevas ideologías, marxismo,
nacionalismo, etc. que plantean sus ideologías como nacidas y elaboradas a través
de un método científico, para ofrecerte esa “felicidad” que ya se prometía hace
10.000 (diez mil) u 11.000 (once mil) años.
Las ideologías
son irracionales y la gente fanática defensora de ellas son capaces de dar la
vida por la “causa”. Obsérvese el caudal de mártires cristianos y de “mártires”
marxistas actualmente en boga. Observese como evolucionan los nombres de los callejeros, donde antes se ponía el nombre de un santo ahora se coloca el de un marxista (Labordeta).
Tampoco,
ninguna ideología ha dejado de utilizar la fuerza, la dictadura o la
aniquilación del opositor para conseguir sus fines. Todo ello constatado, desde
el anarquismo hasta el nazismo más férreo, pasando por el cristianismo y el comunismo.
Sin embargo,
seguimos manteniendo cuatro principios básicos que conformaron nuestra
civilización como eje de nuestro desarrollo:
Excedentes
agrarios (ahora impuesto del IRPF e IVA)
Las Guerras.
La obra pública.
Control de natalidad.
Control de natalidad.
Ninguna de las
ideologías a renunciado a ninguno de estos cuatro principios para traernos la
felicidad ansiada, ya la relilgión judía declara ciertas practicas sexuales como pecaminosas. El verdadero cambio no vendrá de la mano de las ideologías,
sino de la ciencia. El hombre está creando máquinas que sustituyen la mano de
obra humana. En poco tiempo ha desaparecido el proletariado y ahora el hombre
busca un mejor reparto de la riqueza, de esa riqueza que crean las máquinas.
Los partidos políticos ya ofrecen un salario mínimo universal para cada hombre
aunque no trabaje.
Pero los
cambios no han hecho nada más que empezar. Se calcula que para el año 2045 las
máquinas serán capaces de resolver casi todo los trabajos que ahora desarrolla
el hombre. En Japón, dicen, una maquina ya vota en el consejo de administración
de un gran empresa.
Pero no seamos
nosotros, también, petulantes y avancemos (ideológicamente) lo que el futuro
nos traerá de forma natural.
Lo que
constatamos actualmente es bien cierto. Dios ha muerto y las ideologías están
en su ocaso. El desarrollo humano las está arrasando. Véanse si no la vigencia
que tienen los populismos: no aguantan dos elecciones consecutivas.
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