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lunes, 21 de septiembre de 2015

Septiembre2015/Miscelánea. EL OCASO DE LAS IDEOLOGÍAS

EL PAPEL ACTUAL DE LAS IDEOLOGÍAS
Por Chusé María Cebrián Muñoz
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Actualmente en el mundo hay 2.200 millones de cristianos (un 32% de la población mundial), 1.600 millones de musulmanes (23%), mil millones de hindúes (15%), casi 500 millones de budistas (7%) y 14 millones de judíos (0,2%).
 Para que los cristianos alcanzaran la hegemonía ideológica en el planeta, debieron pasar muchas cosas durante mucho tiempo. De ellas destacaremos dos. La primera y fundamental reside en incorporar un elemento básico de la filosofía aristotélica: el hombre tiene dos vertientes, una material y otra espiritual. La segunda cualidad es la que hace al hombre diferente de los demás animales. Los reyes españoles admitieron el tráfico y comercio de esclavos negros en América al determinar la Iglesia (detentadora de la ideología) que los negros no tenían alma. El padre de las Casas, libera a los indios americanos de la esclavitud al otorgarles alma o sea espíritu, esto es, concederles la categoría de seres superiores. La segunda causa del éxito de esta ideología estriba en la practica del apostolado: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” El hinduismo, así como el judaísmo viven en sus límites poblacionales y apenas se expanden fuera de su ámbito etno-cultural. 
El hombre puede escrutar en su pasado. Puede analizarlo tranquilamente y puede, incluso, modificarlo a su gusto para presentar los hechos o las conductas a la medida de sus intereses. Sin embargo, el hombre, tiene una ceguera total sobre su futuro. Alguna cosa puede aventurar a través de la codificación de los comportamientos en el pasado y su proyección hacia el futuro pero, siempre, de forma muy general y abstracta. Por ejemplo, puede aventurar que en el futuro seguirá habiendo guerras, pues éstas, son una constante en la historia de la humanidad.
Sin embargo, el hombre ansía tener certeza sobre lo que va a suceder. Para ello nacieron los adivinos, los augures y toda una caterva de personas que supieron aprovechar bien esta carencia. Aquí es donde surge la ideología. Ésta, no es más que la plasmación de la angustia vital en una idea que será realidad en un futuro y de la que se obtendrá plena y total satisfacción.
La civilización humana que nace en cuatro valles aluviales: Nilo, Tigris y Éufrates, Ganges, Amarillo y el altiplano del Perú, se desarrollan en torno a una ideología, es decir, en un proyecto imaginario de futuro. Nacen de forma piramidal porque se producen excedentes agrarios que recoge el poder supremo. Junto al faraón están los sacerdotes que elaboran el complejo ideológico. Estas civilizaciones se mantienen vivas durante milenios porque desarrollan instrumentos capaces de absorber las tensiones sociales. En época de malas cosechas hay dos formas para que no surjan las revueltas que acarrea el hambre. Se trata de la guerra y de la obra pública. En caso de necesidad el campesino será llevado a una guerra en la que podrá proveerse de botín. También, en otras ocasiones, trabajará en la construcción de pirámides a cambio de un sueldo.
Sin embargo, hay pueblos periféricos que no crecen en áreas con valles fértiles. Estos pueblos que tienen una estructura tribal deben sobrevivir (en épocas de sequía) mediante mecanismos excepcionales de adaptación a tiempos difíciles. Uno de estos pueblos es el pueblo cananeo que almohadillaba su estructura social sacrificando al hijo primogénito a los dioses, hasta hace poco aún pagabamos aquí, al clero, las primicias de los ganados y de las cosechas. Hay en la Biblia suficientes referencias a este tema. Vio Caín, el primogénito, que sus ofrendas no eran agradable a Dios y luego, en otra ocasión, el mismísimo Dios, ordena a Abrahán que ofrezca en sacrificio a su hijo promogénito, Isaac. Hay más ejemplos en este sentido, como el de la cultura Maya en mesoamérica, pero lo dejaremos aquí.
Durante mucho tiempo, en la ideología de las religiones encontraba el hombre todo lo necesario para satisfacer sus expectativas en cuanto a la vida en la tierra (se plasmaba en el libro del cristiano) y después de la muerte (el cielo o paraiso). El origen de un aparente cambio se produjo en Europa con motivo de la revolución industrial (a Europa llega materia prima de todo el planeta para su manufacturación). El proletariado se planteó que no era de recibo esperar a la muerte para disfrutar una vida placentera como ya lo hacían los burgueses, los nobles y los soberanos. Nace el Materialismo Histórico. Básicamente se niega a Dios y la ideología que sustenta este movimiento ofrece, a cambio, construir el paraíso en la tierra. No hay que esperar a morir para alcanzar la felicidad (piensan), pues ven que los burgueses ya son bastante felices aquí en la tierra.
Esta nueva ideología que en un principio era netamente proletaria ha tenido que enriquecerse con diversas aportaciones de otras ramas del conocimiento, por ejemplo, el Evolucionismo.
Todas ideologías, sin excepción, plantean y ofrecen un futuro ya sea lejano o cercano de felicidad para el hombre, desde Utopía de Tomás Moro hasta lo que pregona el Partido Animalista.
El Partido Animalista analiza la evolución humana y el papel de superdepredador del hombre, para llegar a la conclusión de que hay que recomponer la historia de la humanidad y volver al equilibrio primigenio. Todos los animales, y el hombre con ellos, viviendo en total armonía. Este recurso de volver a lo primigenio  o puro ha sido recurrente en multitud de ocasiones, sobre todo en las sectas del judaísmo y del cristianismo (Cátaros o puros).
La evocación de arcadia ha sido y es muy patente, particularmente entre los nacionalistas. La construcción de un país perfecto donde el hombre sea feliz es el marchamo de este movimiento. Tenemos ahora, de palpitante actualidad, el caso de Cataluña. Este pequeño país alcanzaría la felicidad, a alguno de sus líderes se le caen físicamente las lágrimas al evocarlo, si consiguen la ansiada independencia.
Lo más preocupante de todo esto no son las promesas de las viejas religiones, ni mucho menos. Se trata de las promesas de las nuevas ideologías, marxismo, nacionalismo, etc. que plantean sus ideologías como nacidas y elaboradas a través de un método científico, para ofrecerte esa “felicidad” que ya se prometía hace 10.000 (diez mil) u 11.000 (once mil) años.
Las ideologías son irracionales y la gente fanática defensora de ellas son capaces de dar la vida por la “causa”. Obsérvese el caudal de mártires cristianos y de “mártires” marxistas actualmente en boga. Observese como evolucionan los nombres de los callejeros, donde antes se ponía el nombre de un santo ahora se coloca el de un marxista (Labordeta).
Tampoco, ninguna ideología ha dejado de utilizar la fuerza, la dictadura o la aniquilación del opositor para conseguir sus fines. Todo ello constatado, desde el anarquismo hasta el nazismo más férreo, pasando por el cristianismo y el comunismo.
Sin embargo, seguimos manteniendo cuatro principios básicos que conformaron nuestra civilización como eje de nuestro desarrollo:
Excedentes agrarios (ahora impuesto del IRPF e IVA)
Las Guerras.
La obra pública.
Control de natalidad.
Ninguna de las ideologías a renunciado a ninguno de estos cuatro principios para traernos la felicidad ansiada, ya la relilgión judía declara ciertas practicas sexuales como pecaminosas. El verdadero cambio no vendrá de la mano de las ideologías, sino de la ciencia. El hombre está creando máquinas que sustituyen la mano de obra humana. En poco tiempo ha desaparecido el proletariado y ahora el hombre busca un mejor reparto de la riqueza, de esa riqueza que crean las máquinas. Los partidos políticos ya ofrecen un salario mínimo universal para cada hombre aunque no trabaje.
Pero los cambios no han hecho nada más que empezar. Se calcula que para el año 2045 las máquinas serán capaces de resolver casi todo los trabajos que ahora desarrolla el hombre. En Japón, dicen, una maquina ya vota en el consejo de administración de un gran empresa.
Pero no seamos nosotros, también, petulantes y avancemos (ideológicamente) lo que el futuro nos traerá de forma natural.
Lo que constatamos actualmente es bien cierto. Dios ha muerto y las ideologías están en su ocaso. El desarrollo humano las está arrasando. Véanse si no la vigencia que tienen los populismos: no aguantan dos elecciones consecutivas.
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