LA
IGLESIA DE CASCANTE DEL RÍO
(a San Nicolas de Bari)
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Es una mujer
menuda con bata de ir por casa. Lleva, colgando de la mano, la enorme llave de la
iglesia mientras murmura, como haciendo un reproche a todo el género humano, esta desazón
que supone la despoblación galopante. Antes -dice- las calles eran intransitables con tierra, nieve y hielos en
invierno. Ahora las casas gozan de todas las comodidades. ¡Pero… nadie quiere
vivir aquí! Cuarenta almas moran ahora el lugar y en descenso. Los fines de
semana y veranos, todavía suben los valencianos y se hace alguna casa. En la
puerta de la iglesia el cura a puesto un papel para pedir perras con que arreglarla. El enorme caserón
con su alero de ladrillo nos recuerda a la Fuensanta. Entramos… ella se queda
un instante quieta en medio de ese espacio tan singular que es la nave del
templo y por el que circula la luz de la
tarde, filtrada en los mil colores de las vidrieras de las ventanas. Espera
nuestro veredicto. ¿Se parece a la de Cubla? -Y ella asiente. Es gótico
renacentista del siglo XVI. La guerra la arrasó y ahora sin ayuda de las
administraciones… como mantener tan imponente edificio. La torre es esbelta con
un remate en ladrillo que debió realizarse en época barroca y luego vuelto a
reparar. Gira de nuevo la llave en la cerraja. Seguimos charlando un ratico más
con una valenciana que se nos ha unido y que detesta los escaparates de las
ciudades. Me casé con uno de este pueblo y siempre que puedo me subo. Aquí estoy bien.
Nos alejamos, mientras miramos de soslayo el pastar tranquilo de un rebaño de
ovejas en las tierras yermas de la huerta del río Camarena. Vamos hacia Valacloche,
cerrando la tarde y cerrando el valle.
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