EL CICLO FESTIVO DE INVIERNO
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Antes de trasladarse al verano, por el
tema de la despoblación, muchas de nuestras fiestas se celebraban en invierno
pero, sobre todo, durante el otoño pues había abundancia de alimentos. El ciclo
festivo del invierno comienza con la Natividad de la Virgen, Fin de Año y Reyes
y termina con las rogativas y las romerías nada más comenzar la primavera. Para
el 23 de abril, San Jorge, ya hay romería en Cella, una de las primeras de la provincia
de Teruel. Entre tanto, el ciclo se asocia en primer lugar a San Antón y sus
hogueras, a San Fabián y San Sebastián y a todo un círculo de fuego que abraza
la provincia, ahí está la Encamisada… San Blas y Santa Águeda (roscos y pastas) enlazan con las
hogueras, con los diablos y despliegan una panoplia de ritos propios. No menos
llamativas son las botargas. Muy seguidos, según los años, llegan los
carnavales. Muchos de ellos han perdurado pese a las prohibiciones. Tras los
carnavales viene la Semana Santa que tiene su impacto, sobre todo en el Bajo
Aragón Turolense y en Teruel capital. Ya con el anuncio del buen tiempo
comienza otro ciclo, no menos rico y creativo en formas y colores.
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