Escudo cuartelado: 1º y 4º de gules, castillo de oro aclarado de azur; 2º y 3º de plata, león de gules coronado de oro; entado en punta de plata, una granada de su color, rajada de gules, tallada y hojada de sinople. Rodea al escudo el collar de la Orden del Toisón de Oro. El todo sobre un águila bicéfala exployada de sable, lampasada y membrada de gules y armada y picada de oro. Timbrado de corona imperial. A la derecha e izquierda un emperador sentado en su trono con capa de oro y corona imperial de lo mismo, que sostiene en su mano derecha una espada de plata y en la izquierda un cetro de oro. El resto de su color.
TOLETUM
(Lugar en alto, 85.000 habitantes)
A Toledo se le conoce como ciudad
imperial. A su catedral como la primada de España y opus magnum del estilo gótico en la península. La importancia de
Toledo en tiempo de los visigodos estriba en que durante el Tercer Concilio se
produce un hecho sorprendente e iluminador para la actual realidad española. Se
trató y consiguió crear una realidad política “inclusiva” y, tal inclusión, se
produce al incorporar a la población hispanorromana al reino visigodo. Es pues,
en estos momentos España un único territorio, con una única religión (desterrado el arrianismo) y un reino que
acoge a toda la población en su seno. Una realidad sorprendente a tenor de lo
que luego veremos en la historia de España. Quizá sea por esta razón
integradora por lo que se da hoy tan poca visibilidad a unos hechos
ejemplarizantes de nuestra historia.
El Tercer Concilio de Toledo comenzó el 7 de abril del 589 en la ciudad hispánica de Toledo, y en el cual quedó sellada la unidad espiritual y territorial del reino visigodo en su etapa del reino de Toledo, que dejó oficialmente de ser arriano y se convirtió al catolicismo, que era la religión que profesaban los hispanorromanos. El rey Recaredo hizo profesión de fe católica y anatematizó a Arrio y sus doctrinas; se atribuyó la conversión del pueblo godo y suevo al catolicismo. Varios obispos arrianos abjuraron de su herejía.(Internet)
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