La fabla aragonesa, la lengua churra y el chapurriau, son las hermanas pobres de las lenguas de Aragón, las dos últimas lenguas dialectales, están marginadas por la legislación y la administración aragonesa y, en ambos casos, ni siquiera se las nomina, condenándolas al limbo de la inexistencia. Con nombres peyorativos, resumen y corolario de su marginación histórica, han llegado a nuestros días en diverso estado de deterioro. Preciso será, pues, poner remedio a tanta dejadez en un momento de la historia en el que la información y la cultura es capaz de llegar a los más ignotos rincones de nuestra tierra.
Así señala el diccionario occitano la palabra chapurriau:
Una jerga compuesta de español, italiano, portugués y provenzal, hablado por extranjeros que frecuentan nuestras costas. Se le da el mismo nombre a estos extranjeros. Chapurriau, Chapurriaus.
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LA LENGUA CHURRA EXISTE
Negar su existencia sería lo más
cómodo ya que durante siglos su población ha permanecido en una semipenumbra
sin delimitación geográfica ni administrativa y, su expresión oral, sin
estudios ni debate alguno. Es preciso, pues, buscar en la historia las fuentes
y señales de la identidad churra ya que si nadie habla (ni uno mismo) de lo
propio, NO EXISTES. Y sin embargo, la lengua churra existe y, también, el
sentimiento de pertenencia a esta franja geográfica y a estas gentes ligadas
por los avatares de la historia.
Dice Bernandino Gómez Miedes en su
Historia del Rey don Jaime de Aragón (publicada en el año 1584) que tras la
conquista de Valencia el rey dio, al nuevo reino, los fueros en catalán.
Protestaron los aragoneses y el rey aceptó en parte su queja dejando, a los
aragoneses residentes en el nuevo reino, el derecho a poder usar su lengua allí
donde se aposentaran. Particularmente, el interior del reino de Valencia se
catalanizó en menor medida y, en mayor, la zona costera de mayor influencia
foral y lingüística catalana. Sin
embargo, existe un espacio definido al
que puede llamarse la tierra de los “Churros” o tierra “Churra”. En Valencia
hay (había) una estación de ferrocarril llamada “Estación Churra” que canalizaba el
comercio y las comunicaciones de parte de este territorio. Por otra parte aparece un documento
relacionado con el pastoreo en el que se quejan los aragoneses del área del Sur
de Aragón, de que los “Churros” pastorean sin permiso en el sur de Aragón para
luego vender sus productos en Valencia (incursión en la alera foral aragonesa).
Estamos pues, pensando, entre otras, en el área de Segorbe, donde hay recogido
un abundante léxico residual de la lengua propia (familia de Jaime). En los
años 50 y 60 del siglo XX llegaban en verano a la zona del Sur de Aragón los
“agosteros”. Eran personas que provenientes de Castellón y Valencia, subían a
segar al norte pues, al venir aquí más tarde las cosechas, alargaban la
temporada y las ganancias. Nunca oí llamarles “Churros” por lo que siempre he
tenido la incertidumbre de quienes eran esos famosos: “CHURROS”. A nivel
popular circula una explicación que va en el sentido de ser la forma en que los
aragoneses formulan el Juramento: ¡Yo
Churo!
Por el momento tengo estos datos
fijos. Uno es la publicación de repertorios lexicográficos en el diario de
Segorbe y también en la revista "Ababol" editada en el Rincón de Ademuz otro, es la llamada “Estación
Churra” del ferrocarril en Valencia. Otro, más dato relevante, es la queja que
se formula por la intromisión de los ganados “Churros” en el Sur de Aragón
(Diplomatario medieval de la Casa de Ganaderos de Zaragoza) y, también,
recientemente, la aparición una página Web sobre la lengua Churra. Un primer
encuentro sobre la lengua churra y el hecho de que en Internet se abra una
página (blog) en la que recoger todas las aportaciones serán pasos que se dan y
seguro que aumentarán la visibilidad de la lengua churra, hoy por hoy, en las
tinieblas de la historia para la mass-media de nuestro ámbito cultural.