CERVANTES, EL PLAGIADOR PLAGIADO
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Cervantes, en la segunda parte del
Quijote no permitió que el caballero de la triste figura entrara en Zaragoza
para que nadie confundiera su novela con la que había escrito su compañero de
armas, y de cautiverio, Jerónimo de Pasamonte.
Estas desavenencias entre ambos soldados se plasman inequívocamente a lo largo de la novela de Cervantes. En primer lugar Cervantes satirizó a Jerónimo de Pasamonte, natural de Ibdes actual provincia de Zaragoza, ya en la primera parte del Quijote a través de la figura del galeote Ginés de Pasamonte al que trata despiadadamente (CAPÍTULO XXII De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir). Pasamonte, al igual que Cervantes, habían sido cautivos de guerra y en ningún caso Pasamonte podía considerarse un delincuente preso por el rey y mandado a galeras (ahí la mala fe de Cervantes).
Luego, Cervantes, plagia a Pasamonte
(también en la primera parte del Quijote capítulos 39, 40 y 41). En efecto, el
aragonés había escrito un relato sobre sus 18 años de cautiverio entre los
turcos que tituló: “Vida y trabajos de Jerónimo de Pasamonte.” Este plagio que Cervantes tituló: “Novela del
capitán cautivo”, fue sin duda el detonante para que el de Ibdes escribiera el Quijote
apócrifo firmándolo como Avellaneda.
Tal respuesta del aragonés ocasionó
que Cervantes escribiera la segunda parte del Quijote imitando (plagiando) el Quijote de
Pasamonte e hizo, que el Quijote, en esta segunda parte, dejase buena parte de
sus aventuras en tierras aragonesas.
El ego de Cervantes se manifiesta
cuando en el capítulo 39 de su novela habla de sí mismo por boca de Pasamonte en los siguientes
términos: “Sólo libró bien con él un
soldado español llamado tal de Saavedra,
el cual, con haber hecho cosas que quedarán en la memoria de aquellas gentes
por muchos años, y todas por alcanzar libertad, jamás le dio palo, ni se lo
mandó dar, ni le dijo mala palabra, y por la menor cosa de muchas que hizo
temíamos todos que había de ser empalado, y así lo temió él más de una vez; y
si no fuera porque el tiempo no da lugar, yo dijera ahora algo de lo que este
soldado hizo, que fuera parte para enterneceros y admiraros harto mejor que con
el cuento de mi historia.”
Hay para Pasamonte una doble vejación
por parte de Cervantes. En primer lugar es el propio compañero de armas quien
lo humilla vistiéndolo de galeote cargado de cadenas y nombrándolo Ginés de
Pasamonte (Ginesillo de Parapilla). En segundo lugar (en el "Capitán cautivo") hace que el propio Pasamonte lo ensalce relatando,
como si fueran de la propia mano del aragonés, las alabanzas que se prodiga Miguel de Cervantes Saavedra cautivo a si mismo, y que hemos transcrito arriba.
Hay autores que señalan, o insinúan, que
este ensañamiento de Cervantes con Pasamonte responde a algún episodio poco
edificante de nuestro más genial autor y que conocería el de Ibdes.
Sea como fuere, hoy sabemos que, si
tenemos una segunda parte del Quijote, sin duda, se la debemos a estos avatares
tan propios de una época de luchas y aventuras en la historia de España.
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Placa en su pueblo natal Ibdes.
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