LA VENGANZA CARLISTA
Habían sido muchos años de humillación. A lo largo del siglo XIX los carlistas habían tratado en varias ocasiones en ocupar la ciudad de Teruel. Ésta, bien defendida y liberal, había resistido convirtiéndose en un emporio para los liberales y una vergüenza para los carlistas. Luego, los liberales ya envalentonados, en el año 1881 hicieron un monumento a “Los Héroes de la Libertad” en la plaza de la Marquesa cambiándole el nombre de Marquesa por el de plaza de la Libertad. Para conmemorar los hechos heroicos, los liberales hacían procesiones cívicas y los carlistas les increpaban desde las aceras de las calles. La tensión entre los dos bandos iba creciendo. Como los liberales eran una gran mayoría frente a los carlistas, no podían hacerles frente de una manera clara y contundente. Por esta razón planearon hacer una venganza a la vuelta de una de aquellas manifestaciones cívicas tan cotidianas entre los liberales. Así que, una anochecida, los carlistas se apostaron el las calles Ayora y Comunidad esperando la vuelta de un grupo de liberales que vivían en San Miguel. Y, en efecto, los liberales fueron sorprendidos cuando iban a tomas la calle de San Miguel, en el punto que hace esquina con la plaza de la Libertad (Marquesa). El enfrentamiento cogió por sorpresa a los liberales ya que los carlistas, embozados, salieron de las calles adyacentes (Ayora y Comunidad) unos les salieron de frente y otro grupo les atacó por retaguardia. A los gritos de auxilio de los liberales no acudió nadie, era noche cerrada y sin luces en la calle. El enfrentamiento fue rápido y el resultado de la encerrona, dos muertos por parte de los liberales y ningún herido carlista. Por esta circunstancia no se pudo determinar quienes habían sido los homicidas. Como recuerdo de estos hechos, en la esquina del palacio de la Marquesa se labraron en una piedra las dos figuras de las difuntos liberales. Tras La Batalla de Teruel, este gravado en piedra trataron de borrarlo (lijándolo) junto con el monumento a los liberales que campeaba en la plaza. El general Varela era un declarado carlista trató de borrar el recuerdo de los liberales. Sin embargo, la piedra, al restaurar el edificio, nos ha devuelto el rostro de uno de los dos liberales muertos a traición en este punto. Y, es que, si te fijas con atención, las piedras hablan. Y cuando hay homicidio, gritan... ¡asesinos!