Este yelmo que lleva por cimera el dragón alado perteneció al rey de Aragón Martín I el Humano y se encuentra depositado el la armería del Palacio Real de Madrid. Es de suponer que, yelmo y cimera, fue herencia de su padre el rey Pedro IV el Ceremonioso (el del Puñalet). Pues, según se cuenta, el rey Pedro era de talla baja y mandó hacer este artificio por parecer más alto en las ceremonias. Con el tiempo, el dragón devino en murciélago (ratpenat: en español rata alada) y con el murciélago las leyendas. Los heraldistas señalan que, cuando haya que poner un "murciélago" o un dragón en el exterior del escudo,se ponga sobre el "timbre", nunca debajo del "timbre".
Para ser explícitos ponemos aquí el ejemplo de la las farolas de gusto modernista de la Escalinata de Teruel.
No es solamente este símbolo parlante el que ha evolucionado en la heráldica. Por el contrario, encontramos muchos más.
Jaime I no pudo llevar la cimera del dragón alado, pues, no se había creado todavía.
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