Presidencia del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Paniza (Z). A la derecha el busto de Julio Palacios Martínez y a la izquierda el de María Moliner Ruiz.
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Físico, matemático, doctor, catedrático, investigador y académico.
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Filóloga y autora del Diccionario de uso del español.
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Mesa presidencial del Salón de Actos Ayuntamiento de Paniza
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PANICEROS
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El gentilicio de los habitantes de Paniza es Paniceros. Hay, sin embargo, en ASTURIAS una aldea con el nombre de Paniceros. Sus datos son los siguientes:
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Aspecto que presenta el Salón de Actos del Ayuntamiento de Paniza.
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MOTA DE PRENSA
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La venta de vino en los súper alemanes mantiene viva a
Paniza
(Heraldo de Aragón)
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JULIO PALACIOS MARTÍNEZ
Julio Palacios Martínez, físico, matemático, Doctor,
catedrático, investigador y académico. Nació en Paniza (Zaragoza) en 1891 y
murió en Madrid en 1970 a los 78 años de edad.
Fue uno de los más relevantes físicos españoles del pasado
siglo XX y perteneció a las Academias más importantes.
Fue el autor de las más importantes voces de Física del
Diccionario Espasa.
Familia
Fue el segundo hijo de Miguel Palacios Cabello, quién ejercía
como médico en Paniza, y de Eusebia Martínez Lostalé. La familia se desplazó en
1900 a Tamarite de Litera (Huesca). Contrajo matrimonio con Elena Calleya
Pedroso, de cuyo matrimonio nacerían cinco hijas: Elena, Carmen, Pilar, Ana
María y María del Rosario.
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Formación
Julio inició sus estudios en las Escuelas Pías de Tamarite.
Cursó el bachillerato en el Instituto de Huesca, y posteriormente estudió en
las Universidades de Zaragoza y Barcelona, en donde, coincidiendo con el gran
pedagogo y científico Esteve Terradas, obtuvo en 1911 su licenciatura en
Ciencias Exactas y Físicas, calificada como sobresaliente y recibiendo el
premio extraordinario.
Se trasladó a Madrid, en donde dio comienzo a su tesis
doctoral bajo la dirección de Blas Cabrera, director del Laboratorio de Investigaciones
Físicas de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE). Presentó su tesis
doctoral en 1914, obteniendo el premio extraordinario.
Por consejo de Blas Cabrera, se trasladó a Leiden pensionado
por la Junta de Ampliación de Estudios. En Leiden investigó, durante el período
1916-1918, sobre las isotermas del neón y otros gases nobles a bajas
temperaturas.
Docencia
En 1916 con 25 años obtuvo por oposición la cátedra de
Termología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en Madrid, que
regentó desde 1919 hasta 1961. Fue también, catedrático de la Escuela Superior
de Ingenieros Aeronáuticos.
Investigación
A su regreso a España, Palacios se incorporó al Laboratorio
de Investigaciones Físicas que dirigía Blas Cabrera, en el que realizó trabajos
acerca de la formación de los meniscos de mercurio y su aplicación a la
corrección de la lectura de las columnas barométricas.
Se ocupó asimismo del flujo de gases en tubos capilares,
introduciendo una notable modificación en las bombas de difusión de Langmuir,
que publicó en los "Anales de la Real Sociedad de Física y Química"
en 1920.
También investigó sobre la teoría de la luminosidad en los
rayos canales, sobre la que publicó un trabajo en los "Annalen der
Physik" (1924) y colaboró con Cabrera en los estudios de éste sobre las
sustancias diamagnéticas y paramagnéticas.
Relevancia
En 1923 participó en la recepción y en la preparación de los
actos y conferencias de la visita de Albert Einstein a España.
En 1927, formó parte de la Junta Constructora de la Ciudad
Universitaria de Madrid, presidida por el rey Alfonso XIII.
En 1929, Palacios instaló en los locales del Laboratorio de
Investigaciones Físicas los primeros montajes para iniciar sus trabajos sobre
estructuras cristalinas por medio de la difracción de rayos X, según el método
de Deby-Scherrer y, al inaugurarse en 1932 el Instituto Nacional de Física y
Química, Palacios fue encargado de dirigir la sección de rayos X.
Cargos científicos
Fue vocal de la Junta para Ampliación de Estudios,
Fue Presidente de la Sociedad Española de Física y Química,
Posguerra
Finalizada la Guerra Civil, Julio Palacios se incorporó a la
cátedra de Termología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en
Madrid, y entre 1947 y 1961 su vida transcurrió entre Madrid y Lisboa, en donde
dirigió a nuevos grupos de investigación experimental, y dedicándose
esencialmente a escribir libros con los que estudiaron varias generaciones de
científicos españoles.
Durante esta etapa se interesó por temas biológicos desde la
perspectiva de la física, y fue nombrado director de la sección de Física del
Instituto de Oncología de Lisboa, alternando la docencia entre esta ciudad y
Madrid.
A partir de esta época la actividad intelectual de Palacios
abarcó los más diversos temas, entre los que podemos destacar publicaciones
sobre dinámica de la rotación de un sólido libre, fenómenos electrolíticos,
publicaciones sobre los ultrasonidos y su utilización terapéutica, y análisis
dimensional
Publicaciones
Palacios publicó, aparte de una gran cantidad de artículos
relativos a sus áreas de investigación, varios libros
didácticos:Mecánica-Física.jpg
- "Física para médicos" (1931),
- "Mecánica física" (1942),
- "Termodinámica y constitución de la materia"
(1942),
- "Electricidad y magnetismo" (1945),
- "De la Física a la Biología" (1947),
- "Análisis dimensional" (1956).
Divulgación
Fue un gran conferenciante en España y fuera de ella (Buenos
Aires, Lima, Montevideo, París, Toulouse, Padua, Trieste y Roma, entre otras
universidades),
Es el autor de las más importantes voces de Física del
Diccionario Espasa.
Publicó centenares de artículos de investigación física,
publicados en las más importantes revistas del mundo y de sus traducciones del
alemán,
Controversia
En la última etapa de su vida se dedicó con empeño a elaborar
una crítica de la teoría de la relatividad, intentando rehabilitar las nociones
clásicas de espacio y tiempo absoluto. Éste es, probablemente, el aspecto más
discutible de su actividad como físico
Academias
En 1932 ingresó en la Real Academia de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales, con un discurso sobre “Mecánica Cuántica”.
En 1945 fue elegido Miembro de la Real Academia de Medicina.
En 1953 fue elegido Miembro la Academia de la Lengua,
constituyendo su discurso de ingreso “El lenguaje de la Física y su peculiar
filosofía”, que fue considerada una pieza excepcional de profundidad, solidez y
claridad.
Fue Correspondiente de la Real Academia de Ciencias y Artes
de Barcelona y de las Academias de Ciencias de Zaragoza, Buenos Aires, Córdoba
(Argentina), Lisboa, Lima, Coimbra y Puerto Rico,
Reconocimientos honoríficos
En 1942 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad
de Toulouse
En 1958 recibió el premio March
Poco antes de su jubilación fue nombrado uno de los rectores
del International Center for Mechanical Sciences, con sede en Udine y Trieste
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MARÍA MOLINER
1900-1981
María Moliner nació en Paniza
(Zaragoza) el 30 de marzo de 1900 en el seno del matrimonio formado por Enrique
Moliner Sanz, médico rural, y Matilde Ruiz Lanaja. Era un ambiente familiar
acomodado en el que los tres hijos que superaron los entonces frágiles años de
la infancia —Enrique, María y Matilde— cursaron estudios superiores.
En 1902, según testimonio de la
propia María Moliner, padres e hijos se trasladaron a Almazán (Soria) y casi
inmediatamente, a Madrid. En la capital, según sus propias palabras, los
pequeños Moliner estudiaron en la Institución Libre de Enseñanza, donde fue, al
parecer, don Américo Castro quien suscitó el interés por la expresión
lingüística y por la gramática en la pequeña María.
Los primeros exámenes del
bachillerato los hizo como alumna libre
en el Instituto General y Técnico Cardenal Cisneros de Madrid (entre 1910 y
1915). En julio de 1915 pasa al Instituto General y Técnico de Zaragoza, del
que fue alumna oficial a partir de 1917 y donde concluyó el bachillerato en
1918.
Entre 1918 y 1921 cursó la
Licenciatura de Filosofía y Letras en la universidad de Zaragoza (sección de
Historia) obteniendo sobresaliente y Premio Extraordinario.
En 1922 ingresó por oposición en el
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y obtuvo como
primer destino el Archivo de Simancas.
Tras una breve estancia en
Simancas, María Moliner pasa al Archivo de la Delegación de Hacienda de Murcia.
Será en esa ciudad donde conocerá al que fue su marido, D. Fernando Ramón y
Ferrando, catedrático de Física. La pareja contrae matrimonio en Sagunto, el 5
de agosto de 1925. Es la unión de dos
intelectuales comprometidos con su vocación y con la sociedad en la que viven,
a la que tratarán de dar lo mejor de sí mismos.
A principios de los años treinta,
la familia se traslada a Valencia, Fernando, a la Facultad de Ciencias; María,
al Archivo de la Delegación de Hacienda de esa ciudad. La etapa valenciana cubre el período de su
mayor plenitud vital. En ella se produce el nacimiento y la crianza de sus dos
hijos pequeños, se encarga de la atención de la casa, continua desarrollando su
vida profesional, y, sobre todo, comienza su participación en las empresas
culturales que nacen con el espíritu de la II República.
En primer lugar hay que destacar su
colaboración en la Escuela Cossío,
inspirada claramente en la Institución Libre de Enseñanza. María Moliner enseñó
en ella Literatura y Gramática, y, además, formó parte de su Consejo Director,
como vocal, y de la Asociación de Amigos para su apoyo, como secretaria.
Prestó asimismo, su colaboración
entusiasta a las Misiones Pedagógicas de la República, ocupándose de la organización de las bibliotecas rurales. De
hecho, escribió unas Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas que
se publicaron sin nombre de autor en Valencia en 1937. Estas indicaciones
fueron muy apreciadas, tanto en España como en el extranjero y su presentación
preliminar —«A los bibliotecarios rurales»— constituye una pieza conmovedora y
un testimonio fehaciente de la fe de la autora en la cultura como vehículo para
la regeneración de la sociedad.
En esta etapa de su vida ocupó
puestos importantes de responsabilidad en el terreno de la organización de las
bibliotecas populares. En 1935, en el II Congreso Internacional de Bibliotecas
y Bibliografía presentó una comunicación con el título «Bibliotecas rurales y redes
de bibliotecas en España».
En septiembre de 1936 fue llamada
por el rector de la Universidad de Valencia para dirigir la Biblioteca
universitaria, pero, ya en plena guerra civil, a finales de 1937, hubo de
abandonar el puesto para entregarse de lleno a la dirección de la Oficina de
Adquisición y Cambio Internacional de Publicaciones y para trabajar como vocal
de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y
Tesoro Artístico.
La lucidez y capacidad organizativa
de María Moliner van a quedar plasmadas en las directrices que redacta como
Proyecto de Plan de Bibliotecas del Estado, las cuales se publicarán a principios
de 1939 —Pilar Faus (La lectura pública en España y el Plan de Bibliotecas de
María Moliner, Madrid, Anabad, 1990.) considera dicho proyecto «el mejor plan
bibliotecario de España» (op. cit., p. 132)—.
Al término de la guerra civil tanto
María como su marido y amigos sufren represalias políticas. Muchos de ellos se
exilian. Fernando Ramón y Ferrando es suspendido de empleo y sueldo, trasladado
a Murcia (1944-1946) y rehabilitado en Salamanca a partir de 1946, donde
permanecerá hasta su jubilación en 1962.
Por su parte, María Moliner es
depurada y sufre la pérdida de 18 puestos en el escalafón del Cuerpo
Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, aunque los recuperará en 1958. En
1946 pasará a dirigir la biblioteca de la E. T. Superior de Ingenieros
Industriales de Madrid hasta su jubilación, en 1970.
En esta nueva etapa de su vida,
particularmente cuando se instala en Madrid, criados ya sus hijos y separada
físicamente de su marido una buena parte de la semana, María Moliner encontrará
el tiempo para dedicarse a su interés intelectual más profundo: la pasión por
las palabras. Será entonces cuando
comience, hacia 1950, el Diccionario de uso del español que publicará la
Editorial Gredos entre los años 1966 y 1967 en 2 volúmenes. Una obra que ha
conocido, en esa primera edición, veinte reimpresiones, que ha sido editada en
CD-ROM en el año 1995 y que ha sido reeditada en una segunda edición, revisada
y aumentada en 1998.
María Moliner representa, sin duda,
todo un estilo de "ser mujer en el siglo XX": pertenece al grupo de
las pioneras universitarias que ejercen, además, una profesión. Claramente
inteligente, y, al mismo tiempo, vigorosamente responsable y generosa para con
los demás. Sencilla, espontánea en sus reacciones y elegante, al no ser elegida
académica en 1972, María Moliner recibió su jubilación tan discretamente como
había vivido, gozando con los pequeños detalles cotidianos.
Las notas tristes de sus últimos
años fueron la muerte de su marido y su terrible enfermedad. Una arteriosclerosis
cerebral la privó de su lucidez desde 1975
hasta su fallecimiento, el 22 de enero de 1981.
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