Plaza de España en Paniza. Al fondo el Ayuntamiento y a la derecha la Biblioteca María Moliner Ruiz
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UN PÁRAMO CULTURAL
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Dos días consecutivos hemos ido a
Paniza para interesarnos por la obra de María Moliner. El primer día fuimos de
mañana hasta el Ayuntamiento. Allí, la empleada del Concejo nos dijo que en el
Ayuntamiento no se tenía obra ni nada en particular de María Moliner. No
desistimos y, al día siguiente, volvimos de tarde a la Biblioteca de María Moliner
situada en la plaza de España de Paniza. Hablamos con la bibliotecaria y, en
dicha biblioteca, no había absolutamente nada de María Moliner. Si es verdad que
nos dijo…“sí, creo que el diccionario lo tienen en el Ayuntamiento”… Así que
nos fuimos de Paniza sin ningún dato ni ninguna información sobre el tema. Luego,
en el bar, que es el lugar en el que se realmente ser resuelven las cosas en los
pueblos (o se intenta), un parroquiano nos dijo… “tenéis que preguntar por el
alguacil, él es el que realmente tiene las llaves de todos los armarios”… pero…,
no logramos dar con el alguacil… Así que, salimos de Paniza por la Puerta del
Arco. Tomamos una ricas tapas el Bar del Arco que está en la Glorieta de María
Moliner y, eso fue todo.
Nadie nos puedo enseñar ni una simple
carpeta que contuviera siquiera el último artículo sobre la famosa e ilustre “constructora”
del Diccionario de uso del español. En una puerta de la plaza de España de
Paniza un cartel indicar que se ha celebrado un concurso sobre relatos y cuentos
infantiles que lleva su nombre. Pero, al parecer todo se hace desde la Comarca.
Al desierto poblacional le sigue el “páramo
cultural”. ¡”Que Dios nos pille confesaos”!
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LA BIBLIOTECA DE MARÍA MOLINER
Cerámica de Muel sobre el dintel de la puerta del edificio en que se ubica la Biblioteca de María Moliner en Paniza.
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Puerta de acceso a la Biblioteca de maría Moliner en Paniza.
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LA GLORIETA DE MARÍA MOLINER
Monumento dedicado a la filóloga en el que hay un pedestal con un busto ausente.
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Rotulo en que se anuncia la Glorieta de María Moliner
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IMÁGENES DE MARÍA MOLINER
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PREMIOS DE RELATOS Y CUENTOS INFANTILES
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Biografía en:
http://www.ugr.es/~anamaria/mujeres-doc/biografia_maria_moliner.htm
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MARÍA MOLINER
1900-1981
María Moliner nació en Paniza (Zaragoza) el 30 de marzo de 1900 en el seno del matrimonio formado por Enrique Moliner Sanz, médico rural, y Matilde Ruiz Lanaja. Era un ambiente familiar acomodado en el que los tres hijos que superaron los entonces frágiles años de la infancia —Enrique, María y Matilde— cursaron estudios superiores.
En 1902, según testimonio de la propia
María Moliner, padres e hijos se trasladaron a Almazán (Soria) y casi
inmediatamente, a Madrid. En la capital, según sus propias palabras, los
pequeños Moliner estudiaron en la Institución Libre de Enseñanza, donde fue,
al parecer, don Américo Castro quien suscitó el interés por la expresión
lingüística y por la gramática en la pequeña María.
Los primeros exámenes del bachillerato
los hizo como alumna libre en el Instituto General y Técnico Cardenal
Cisneros de Madrid (entre 1910 y 1915). En julio de 1915 pasa al Instituto
General y Técnico de Zaragoza, del que fue alumna oficial a partir de 1917 y
donde concluyó el bachillerato en 1918.
Entre 1918 y 1921 cursó la Licenciatura
de Filosofía y Letras en la universidad de Zaragoza (sección de Historia)
obteniendo sobresaliente y Premio Extraordinario.
En 1922 ingresó por oposición en el
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y obtuvo como
primer destino el Archivo de Simancas.
Tras una breve estancia en Simancas,
María Moliner pasa al Archivo de la Delegación de Hacienda de Murcia. Será en
esa ciudad donde conocerá al que fue su marido, D. Fernando Ramón y Ferrando,
catedrático de Física. La pareja contrae matrimonio en Sagunto, el 5 de
agosto de 1925. Es la unión de dos intelectuales comprometidos con su
vocación y con la sociedad en la que viven, a la que tratarán de dar lo mejor
de sí mismos.
A principios de los años treinta, la
familia se traslada a Valencia, Fernando, a la Facultad de Ciencias; María,
al Archivo de la Delegación de Hacienda de esa ciudad. La etapa
valenciana cubre el período de su mayor plenitud vital. En ella se produce el
nacimiento y la crianza de sus dos hijos pequeños, se encarga de la atención
de la casa, continua desarrollando su vida profesional, y, sobre todo,
comienza su participación en las empresas culturales que nacen con el
espíritu de la II República.
En primer lugar hay que destacar su
colaboración en la Escuela Cossío, inspirada claramente en la
Institución Libre de Enseñanza. María Moliner enseñó en ella Literatura y
Gramática, y, además, formó parte de su Consejo Director, como vocal, y de la
Asociación de Amigos para su apoyo, como secretaria.
Prestó asimismo, su colaboración
entusiasta a las Misiones Pedagógicas de la República, ocupándose de la
organización de las bibliotecas rurales. De hecho, escribió unas
Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas que se publicaron sin
nombre de autor en Valencia en 1937. Estas indicaciones fueron muy
apreciadas, tanto en España como en el extranjero y su presentación
preliminar —«A los bibliotecarios rurales»— constituye una pieza conmovedora
y un testimonio fehaciente de la fe de la autora en la cultura como vehículo
para la regeneración de la sociedad.
En esta etapa de su vida ocupó puestos
importantes de responsabilidad en el terreno de la organización de las
bibliotecas populares. En 1935, en el II Congreso Internacional de
Bibliotecas y Bibliografía presentó una comunicación con el título
«Bibliotecas rurales y redes de bibliotecas en España».
En septiembre de 1936 fue llamada por el
rector de la Universidad de Valencia para dirigir la Biblioteca
universitaria, pero, ya en plena guerra civil, a finales de 1937, hubo de
abandonar el puesto para entregarse de lleno a la dirección de la Oficina de
Adquisición y Cambio Internacional de Publicaciones y para trabajar como
vocal de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de Archivos,
Bibliotecas y Tesoro Artístico.
La lucidez y capacidad organizativa de
María Moliner van a quedar plasmadas en las directrices que redacta como
Proyecto de Plan de Bibliotecas del Estado, las cuales se publicarán a principios
de 1939 —Pilar Faus (La lectura pública en España y el Plan de Bibliotecas de
María Moliner, Madrid, Anabad, 1990.) considera dicho proyecto «el mejor plan
bibliotecario de España» (op. cit., p. 132)—.
Al término de la guerra civil tanto
María como su marido y amigos sufren represalias políticas. Muchos de ellos
se exilian. Fernando Ramón y Ferrando es suspendido de empleo y sueldo,
trasladado a Murcia (1944-1946) y rehabilitado en Salamanca a partir de 1946,
donde permanecerá hasta su jubilación en 1962.
Por su parte, María Moliner es depurada
y sufre la pérdida de 18 puestos en el escalafón del Cuerpo Facultativo de
Archiveros y Bibliotecarios, aunque los recuperará en 1958. En 1946 pasará a
dirigir la biblioteca de la E. T. Superior de Ingenieros Industriales de
Madrid hasta su jubilación, en 1970.
En esta nueva etapa de su vida,
particularmente cuando se instala en Madrid, criados ya sus hijos y separada
físicamente de su marido una buena parte de la semana, María Moliner
encontrará el tiempo para dedicarse a su interés intelectual más profundo: la
pasión por las palabras. Será entonces cuando comience, hacia 1950, el
Diccionario de uso del español que publicará la Editorial Gredos entre los
años 1966 y 1967 en 2 volúmenes. Una obra que ha conocido, en esa primera
edición, veinte reimpresiones, que ha sido editada en CD-ROM en el año 1995 y
que ha sido reeditada en una segunda edición, revisada y aumentada en 1998.
María Moliner representa, sin duda, todo
un estilo de "ser mujer en el siglo XX": pertenece al grupo de las
pioneras universitarias que ejercen, además, una profesión. Claramente
inteligente, y, al mismo tiempo, vigorosamente responsable y generosa para
con los demás. Sencilla, espontánea en sus reacciones y elegante, al no ser
elegida académica en 1972, María Moliner recibió su jubilación tan
discretamente como había vivido, gozando con los pequeños detalles
cotidianos.
Las notas tristes de sus últimos años
fueron la muerte de su marido y su terrible enfermedad. Una arteriosclerosis
cerebral la privó de su lucidez desde 1975 hasta su fallecimiento, el
22 de enero de 1981
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