LA ZEPA DE CELLA
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Hubo una época, no tan lejana, en la que gustaba a los parroquianos de ciertos bares comer pajaricos fritos. La laguna del Cañizar fue una tremenda despensa en la que se mataron miles y miles de pájaros. Hasta aquí subían hasta de Valencia con redes para aprovisionar una demanda que hoy se nos antoja, impropia de gente civilizada.
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Hubo una época, no tan lejana, en la que gustaba a los parroquianos de ciertos bares comer pajaricos fritos. La laguna del Cañizar fue una tremenda despensa en la que se mataron miles y miles de pájaros. Hasta aquí subían hasta de Valencia con redes para aprovisionar una demanda que hoy se nos antoja, impropia de gente civilizada.
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Me sumo sin ningún titubeo a la carta
que Rubén Lapuente publica hoy (26/04/2018) en el Diario de Teruel (el
Vuestro). Me sumo porque la considero prudente, razonable y que camina en el
sentido de los tiempos que vivimos. Me sumo, además, porque acepta los
resultados aunque no gusten y vayan en contra de quienes aparentemente han ganado.
Sin embargo, desde mi punto de vista,
quisiera hacer algunas apreciaciones/aportaciones que quizás, en mi humilde
opinión, puedan profundizar en lo que Lapuente apunta en su carta, que es más
que una carta, es un planteamiento moderno y vital para el futuro de Teruel.
A la provincia de Teruel nunca llegó
la revolución Industrial, ni en el siglo XIX, ni en el siglo XX. No llegó por
culpa del caciquismo que veía en esta nueva forma de producir y de vivir una
amenaza para su supervivencia. Recordar que: “El tiempo de la Revolución Industrial es el comprendido entre los años
1760-1840. Y, entendemos por tal, el cambio fundamental que se produce en una
sociedad cuando su economía deja de basarse en la agricultura y la artesanía
para depender de la industria.”
Bien, pues, ha pasado la época de la
Revolución Industrial, de la Revolución Tecnológica, la del Carbón y del Acero
(carbón en Utrillas y Hierro en Ojos negros) y estamos en la era de la
revolución de las comunicaciones (Informática y Logística). Han pasado todas
esas cosas sin que mucha gente se haya enterado y, sabiendo, sin embargo, que
el territorio se ha despoblado dejándolo en precario (para esto, Teruel Existe,
ha convocado una manifestación el día 6 de Mayo en Zaragoza).
El mundo (menos Cella) se ha enterado
de que vivir enchufado a un móvil, no es vivir y que, sin embargo, toma fuerza
una nueva teoría que a la vez es tan vieja como la humanidad. Esta teoría
rechaza el mandato bíblico de “dominad la Tierra” y lo reemplaza con el nuevo
principio en el que se señala que tanto personas (homo sapiens) como animales,
insectos y plantas, tenemos un destino común. Se trata de vivir en armonía con
el medio. De igual manera hace tiempo se cambió el concepto de la enseñanza, se
paso del Ministerio de Instrucción Pública al Ministerio de Educación. Educar
es poner al alumno en consonancia con el mundo en el que vive y con los valores
primordiales de nuestra sociedad. Entre esos valores está el respeto y disfrute
de la naturaleza.
Cella ha dicho no al progreso, al
sentido de la historia y lo sentirá. Porque, el caciquismo es empobrecedor y su
máxima es bien conocida: “aunque perdamos perras, no cederemos en control del territorio”.
¡Vaya bueno! En Cella creen muchos
que han ganado y, paradójicamente, han perdido con la votación. Ya lo advirtió
el Ayuntamiento, “aceptaremos el
resultado”.
Cella tiene un pozo artesiano que da
un caudal medio de 4 (cuatro) hectómetros cúbicos al año. Insuficiente para
regar todas las tierras del río Cella. Por lo tanto, la solución para esa agua,
no es regar a manta, por el contrario, la solución está en el control y la
reserva que le daría la laguna del Cañizar y la modernización de los riegos.
Por otra parte, la modernización en
la explotación de los recursos naturales, le daría a Cella cuantiosos beneficios
y subvenciones europeas.
Contra el sentido de la historia.
Contra el sentido de los modernos tiempos, Cella ha dicho NO. Pues que con su
pan se lo coman.
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