NUESTRA SEÑORA DE LOS
ÁNGELES
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Era el 2 de marzo de 1810 y el
guerrillero José Lamar ocupaba la población rescatada del dominio francés,
aunque sería por poco tiempo. Reunió a la población en la iglesia y les advirtió
de la situación de la guerra. Las luchas eran encarnizadas y las posiciones
pasaban aquí, de una a otra mano con mucha facilidad. Mientras llega el general
Villacampa, resistid hasta la muerte les dijo mirando la bóveda estrellada del templo. Casi 300 años habían
pasado desde que se construyera aquel templo y las gentes del pueblo,
analfabetas en su mayoría, retenían en la memoria los hechos y las fechas
generación tras generación. Efectivamente, la obra era de estilo gótico-renacentista,
con una portada plateresca de acceso de gran porte. En el interior, maravilla
la crucería estrellada del techo y a ambos lados, se abren sobre las paredes de
la única nave, capillas laterales. En el lado de la Epístola tiene la puerta de
acceso y el coro en alto está al fondo. La torre, a los pies en el lado del
Evangelio es esbelta y tiene un singular remate en ladrillo. Para principios
del siglo XIX estaba completamente aparejada de altares y retablos y cuentan
que, en el lado del Evangelio, en el segundo retablo, había un excepcional
retablo salido de la mano de Pedro Nicolau. Luego sería otra guerra, en el
siglo XX, que por estas tierras fue particularmente cruel la que quemó (al
estilo Talibán) todo el contenido de la iglesia privando a las generaciones
venideras del arte de Nicolau.
Parto para Valencia en busca de
refuerzos, dijo José Lamar, pero resistid hasta mi vuelta y no dejéis que el
enemigo tome ni el castillo ni la iglesia. Los franceses traen esa revolución romántica
aniquiladora que destruye todo lo pasado y no da tregua con su inusitada
crueldad.
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