Vistas de página en total

domingo, 14 de octubre de 2012

Octubre2012/Miscelánea. LOS PILARES


LOS PILARES
(Zaragoza contra Aragón)
Llueve y es otoño tras los cristales zaragozanos. Después del extraordinario espectáculo del Rosario de Cristal y el fin de fiesta con los Fuegos Artificiales, La Inmortal va tomando su pulso normal y los pueblos no recuperarán el suyo hasta la primavera. La mayor parte de las personas mayores que han pasado el verano en el pueblo, sólo volverán a éste, acaso, un día para la fiesta de Todos los Santos. Todo el invierno transcurrirá en Zaragoza acogidos a esa rutina diaria del paseo, la partida y quizás llevar a los nietos al colegio. Las flores de la fastuosa Ofrenda a la Virgen mantienen su textura, todavía, gracias a esta lluvia fina que va calando hondo hasta el interior del monumento piramidal. No es mucha la lluvia, pero si lo suficiente para que la casa del pueblo se vaya destemplando poco a poco. Hace muchos años que ya no se cogió la “suerte” del monte y que la casa está desprovista de un sistema de calefacción adecuado. La humedad penetra en los huesos cada vez con más insistencia y las visitas al médico menudean. Los hijos toman la decisión. Abuelo, mejor que pase usted el invierno en Zaragoza. Allí estarás mejor atendido, si te pones malo te llevaremos al hospital y si tienes cualquier necesidad, en la gran ciudad, la tendrás más a mano. Sobre el pueblo ya ha caído el primer manto de soledad y tristeza, estamos a mediados de octubre, todavía queda lo mejor del otoño y, sin embargo, las calles se hacen silenciosas y el sol calienta con un flujo de calor suave y tristón. Aún hay rosas en los jardines y los racimos de uva cuelgan lozanos de las cepas.  La Virgen del Pilar marca el fin de una época en la que se han celebrado fiestas en todo Aragón. Las del Pilar es el corolario de todas y casi todo Aragón ha pasado por ellas. La mitad pasando a llevar flores a la Virgen, la otra mitad mirando en las aceras de las calles y avenidas. Los que no pudieron ir en persona ven la ofrenda por la televisión. El Pilar es a juicio de la inmensa mayoría: “LO MÁS GRANDE”. Esta expresión tan cotidiana debe venir de muy antaño, algunos dicen que de los Almogávares y que devino por el uso en MAÑO. MAGNO=MAÑO. Muchos de estos aragoneses “retirados” en Zaragoza se encontrarán con sus paisanos en las vallas de las obras. Allí recordarán un mundo circular y vital al que dieron vuelta durante más de sesenta años de su existencia. Rememorarán con sus nuevos “amigos” las fuentes del lugar, los huertos, las fincas de regadío y de secano, las ferias donde compraron sus primeros machos para la labranza. Recordarán su pueblo como “EL MÁS GRANDE”. Hablarán y hablarán sin parar durante horas aunque nadie les escuche. Se despedirán con los ojos cuajados de lágrimas de dolor y la expresión incierta de: ¡Ala maño, hasta otro día! Sin saber con certeza si habrá otro día u otro encuentro. Ciertamente siempre estará la Virgen del Pilar en su camarín dispuesta a oír al hombre cotidiano, al hombre sencillo, al labrador aragonés que tiene un corazón “que no le cabe en el pecho”. Pero un dolor que le destroza el alma. El dolor de su pueblo abandonado. No se puede separar al hombre de su paisaje, es un error fatal. El paisaje hace al hombre y el hombre transforma el paisaje. Si esa relación biunívoca se rompe, el resultado es dramático.
*
*
*