El
cantador Teodoro Biel Rodríguez,
de
Teruel
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Por José
Hernández Benedicto
(Centro de Estudios del Jiloca)
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Nació en Castel de Cabra, en el mes
de agosto de 1948 y, desde su primera infancia, reside en Villalba Baja; es
decir, en la comarca capitalina de Teruel, donde rige con acierto un amplio
montaje comercial y ganadero.
Canta la jota desde niño y, como
buena parte de los cantadores y apasionados de nuestro singular folclore,
aplica letras de su buena hechura a los acordes que conoce y que domina para
salir con acierto y brillo en cualquiera de sus múltiples actuaciones.
Sobre las
primeras ilusiones cuajadas en las más diversas actuaciones, brotó su inicial deseo
de una primera grabación, en este caso compartida con joteros de Torrijo del
Campo, alumbrando una casette, bien denominada y definida por su propio título:
Teodoro Biel y los Julve. Jotas de mi tierra, así canta Teruel, animando
después su producción con un original CD de doble carátula. En el anverso
aparece su sonriente cara baturra con este texto: Teodoro Biel… y su rondalla.
En el reverso, él y los cuerpos enteros de quienes han ejecutado la cuarentena de buenos acordes y
magníficos cantares.
Por su tenacidad y valía ha ido
conquistando estos trofeos:
Primer Premio Peña El Cachirulo de,
Zaragoza.
Primer Premio Margen Izquierda de
Zaragoza.
Primeros Premios en Belchite,
Valencia, La Codoñera y Valdelinares.
Accesit en el II Certamen Oficial
de Jota Aragonesa «Ciudad de Hospitalet».
Tercer Premio en el Concurso de
Jota de Pastriz.
Pertenece como
cantador a la Agrupación Artística «Amigos de la Jota» de Teruel, detalle que
sin duda facilita nuestro frecuente encuentro para compartir la ronda, escuchar
las evocaciones o rememorar las sucesivas emociones de nuestra Misa Baturra,
cada vez que asistimos a celebraciones o periódicas concurrencias, llamados por
la profundidad del paisaje y por la atadura del entrañable paisanaje.
Siendo amable en
el saludo, y singularmente atento en la conversación, hay que catalogarlo en la
ronda donde resurge la entrañable esencia de su casta baturra. A su grandeza de
ánimo añade la excepcionalidad de una voz entrelazada por la fortaleza y por la
hermosura. Dotado de una garganta excepcional llegamos con facilidad al
convencimiento de que palpitan en su realidad personal aptitudes de muy alta
consideración que le obligan a prepararse para comparecer, con muchas
posibilidades de éxito, ante las exigencias de los periódicos concursos
regionales.
Además de en
Teruel, yo lo he escuchado en comprometida actuación Pilarica, llamado por la
madrileña Casa de Aragón. Cumplió y fue muy justamente aplaudido, superando con
normalidad cuanto de él se esperaba.
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