La limpieza del muro o superficie donde se encuentra la
pintura, deberá hacerse con cuidado para librar la pintura de restos de polvo,
cal o retoques de pintura superpuesta. Una vez limpia toda la zona, se realiza
el asentamiento del color con un fijador que no sea orgánico y que altere lo
menos posible los colores originales. Antiguamente se hacía con goma laca descerada
o polímero acrílico; actualmente algunos restauradores utilizan resina epoxi.
Preparación de gasas y telas de algodón empapadas en cola
orgánica caliente soluble en agua. La selección de las telas y de la cola debe
ser bien estudiada para asegurar el éxito de la operación. Con estas telas se
cubre la pintura que se desea arrancar; es necesaria su aplicación uniforme sin
dejar huecos entre las telas y la pintura, y que se adapte perfectamente a las
irregularidades que pueda presentar el muro, para que en el momento de su
arranque (strappo) no quede ningún resto de pintura. Algunas veces tienen que
ponerse de dos a tres capas de telas encoladas para conseguir una fuerza de
adhesión superior a la que existe entre la pintura y la pared.6
Cuando las capas estén secas, se procede al strappo de manera
lenta y cuidadosa. Se levanta tirando de un lado de la tela, a veces con la
ayuda de una espátula, para conseguir que arrastre la capa de pintura y poder
así enrollarla progresivamente, para hacer más fácil el arranque.
Una vez extraída la pintura, se procede a extender la capa
soporte sobre una superficie plana, y siempre por la cara de la capa donde está
la pintura. De esta forma se pueden desprender fácilmente los restos de cal o
rebozado del muro que pudieran haberse quedado enganchados. A continuación se
aplica una gasa y una arpillera o tela de lino empapada en una solución de cola
de caseinato cálcico insoluble en agua.
Una vez trasladada la pintura al nuevo soporte para su correcta adhesión, con ayuda de agua caliente se arrancan las telas de la parte central que se habían colocado para su extracción. (Wikipedia)
EL EXTERIOR DEL TEMPLO