Las tardes de invierno, al ocaso, en el Óvalo, son un espectáculo. Sentado en una terraza puedes ver la puesta de sol, cada día diferente. El Óvalo es una explanada, sujeta por una barbacana o antepecho de castillo, desde la que se accede a la ciudad por la puerta de Guadalaviar. Antiguamente lo hacían los viajeros procedentes fundamentalmente de Valencia, Cuenca o Madrid. Tan singular espacio ha sido bautizado a lo largo de la historia con diferentes nombres, así que, para no discutir más, ahora se llama únicamente, Paseo del Óvalo. Desde que se hizo la Escalinata (luego el ascensor) llegan los viajeros de la línea férrea del Central de Aragón. El Óvalo concentra en su entorno un conjunto de edificios singulares y al que se asoman desde lo alto las torres de San Martín y del Salvador.
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