RELATO
DEL FUNERAL DE LAGASCA
Y ACUERDOS TOMADOS POR LA ACADEMIA DE CIENCIAS NATURALES Y ARTES DE BARCELONA
*
Tomado del:
ELOGIO
HISTÓRICO A
D.
MARIANO LAGASCA Y SEGURA
1776
– 1839
Por el doctor Agustín Yáñez y Girona
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“El 26 de junio
de 1839 fue un día de luto para las Ciencias Naturales. En dicho día terminó su
carrera mortal, después de una larga serie de padecimientos, el gran botánico
don Mariano La-Gasca y Segura. Los amantes de las glorias españolas, los aficionados
a los conocimientos útiles, lloran todos la muerte del modesto sabio, cuya
pérdida dejaba entre nosotros un vacío inmenso en el estudio de los vegetales.
La ilustrada Barcelona no podía mostrase indiferente a tan tamaña desgracia, y
cumplió con el deber de manifestar su sentimiento y tributar los honores a los
respetables restos que tiene la gloria de guardar en su cementerio. El Excmo.
Ayuntamiento constitucional proporcionó el coche fúnebre de más lujo, tirado
por ocho caballos ricamente enjaezados, para trasladar el cadáver en la tarde
del día 27; seguía el coche del respetable obispo, que había tenido alojado en
su palacio al difunto por espacio de seis meses, y endulzado las amarguras de
su situación con todas las atenciones de la amistad más fina y de la caridad
cristiana más heroica cuyo coche iba ocupado por el señor don Benito Pigém,
arcediano del Llobregat, en representación de S.E.I., acompañado de un pariente
y dos familiares de nuestro prelado, y una porción de coches ocupados por las
comisiones de las corporaciones literarias de la ciudad, a las que pertenecía
La-Gasca, y por algunos particulares que quisieron prestar este obsequio a su
mérito y reputación, cerraban el acompañamiento. Llegada la comitiva al
cementerio, y antes de colocar el ataúd en el nicho que se le tenía destinado,
el doctor don Agustín Yánez, decano de la comisión de la Academia de Ciencias
Naturales y Artes, improvisó en representación de la misma, un discurso
afectuoso en elogio de La-Gasca, que fue oído con el mayor recogimiento y
visibles muestras de conmoción de los concurrentes. Todos los periódicos de la
ciudad dieron después la relación de esta fúnebre ceremonia.
El 10 de julio
inmediato celebró sesión extraordinaria la mencionada Academia, en la que se
dio cuenta de lo que se llevaba explicado, y en medio de las más vivas señales
de dolor, se tomaron por unanimidad los acuerdos siguientes: 1º.- Que se
colocase el busto de La-Gasca en el friso de la sala de sesiones, en el óvalo
correspondiente. 2º.- Que se hiciese su elogio histórico con toda la extensión
posible, para leerlo en junta general pública, encargando su redacción al mismo
don Agustín Yánez, y dándole por sus compañeros que le auxiliasen en recoger
los datos a los socios don Félix Janer, don Ignacio Graells y don Pastor Rosés,
amigos del difunto. 3º.- Que se abriese la suscripción propuesta por el socio
Yánez en su discurso improvisado, excitando por medio de una circular el celo
de las corporaciones literarias a que había pertenecido el difunto, el de los profesores
de las Ciencias Naturales en toda Europa y el de los amantes del honor
nacional, para levantar con su producto un monumento que perpetúe la memoria
del esclarecido La-Gasca, manifestando el aprecio y respeto a que era acreedor
y sirva de estímulo a la juventud estudiosa.
La realización
de este último proyecto pende todavía del resultado de la suscripción abierta,
más la de los primeros acuerdos tuvo lugar el 4 de abril de 1842. reunido un
concurso muy lúcido de los sujetos más respetables de la ciudad, en la hermosa
sala de sesiones de la Academia de Ciencias Naturales y Artes, cuya capacidad
fue inferior al número de personas que se presentaron a consecuencia de los
avisos que dieron los periódicos, el presidente anunció en breves palabras el objeto
de aquella sesión solemne, y dispuso que l secretario leyese el acta de la
junta extraordinaria de 10 de julio de 1939, de que se ha hecho mención arriba.
Acto seguido el doctor don Agustín Yánez leyó el elogio histórico de La-Gasca,
que fue oído con el más respetuoso silencio y arrancó lágrimas de los corazones
sensibles. Por último el presidente dio las gracias al respetable auditorio en
nombre de la Academia, y levantó la sesión retirándose los concurrentes después
de haber felicitado al autor del elogio.”
"Trató... de todas las plantas, desde el cedro que se cría en el Líbano, hasta el hisopo que brota en las paredes" (Traducción del obispo Amat).