LA IMPUNIDAD DE LOS IMBÉCILES
Por José Luis León Baguena
Creíamos que
España estaba siendo gobernada por mediocres, pero estábamos equivocados porque
los que gobiernan son imbéciles.
Estos imbéciles
hacen imbecilidades como si fueran churros y de ese modo hunden al país. Una de
las mayores ha sido hostigamiento al propio idioma español en España, a pesar
de ser el idioma que más crece en el mundo. Otras imbecilidades increíbles de
los imbéciles ha sido degenerar la democracia, prostituir el liderazgo,
instaurar la mentira como política de gobierno, engordar el Estado hasta
hacerlo insostenible y generar un divorcio profundo entre los ciudadanos y los
políticos, una separación que impide que exista democracia.
Zapatero
inauguró en España el poder de los imbéciles y desde entonces estamos dominados
por ellos. Rajoy fue un digno sucesor del pamplinas fundador de la saga, y
Pedro Sánchez es el más imbécil de los tres, aunque también es el que mejor lo
disimula. España está al borde del abismo, conducida por pastores apamplados,
cuyas tonterías e idioteces son seguidas con devoción por legiones de
ciudadanos idiotizados por la TV y por un sistema educativo que fabrica
esclavos sin capacidad de reflexionar.
A Zapatero,
asesor de confianza de otro imbécil venezolano, ya le llaman abiertamente
idiota y nadie le toma en serio en los foros internacionales, mientras los
españoles que el pasado fueron un pueblo temido y respetado, son hoy los
ridículos protagonistas de los chistes de cobardes y de imbéciles que se
cuentan a lo largo y ancho del planeta.
Pero la mayor
imbecilidad del pueblo español, sin duda, es votar de manera reiterada a
candidatos imbéciles y entregarles estúpidamente el timón de la nación. En
España se cumple cada día el viejo principio de que quien obedece a un idiota
es más idiota que su líder.
El hermano del
ministro Garzón, cerebro económico de Unidas Podemos, acaba de decir una
imbecilidad de premio mundial: que basta con imprimir dinero sin límites para
solucionar la economía y poder pagar las pensiones y sueldos. Esta tesis,
inspirada en pueblos hambrientos como Cuba y Venezuela, se la he oído ya a
varios seguidores de Podemos.
Otro podemita,
el tal Monedero, dice que añora las "chekas", una de las maquinarias
de asesinar más eficientes del mundo, que causaron admiración hasta los nazis
de Hitler, y después de decir tamaña estupidez, todos se quedan en silencio y
admirados ante la profundidad de este gilipuertas.
La España de
Pedro Sánchez es pródiga en imbecilidades que sorprenden al mundo civilizado.
Protegen a los okupas de viviendas, violadores del fundamental derecho a la
propiedad, sagrado desde los tiempos de los griegos clásicos y los romanos.
Suben los impuestos cuando el resto del mundo los reduce para estimular la
economía.
Son tontos que
expulsan del país a los capitales, a los emprendedores y a las empresas,
creyendo, como idiotas, que todos pueden vivir del dinero público, ignorando
que el dinero público no existe y que solo es dinero sustraído a los ciudadanos por el gobierno.
Si nos asomamos a una pantalla de TV asistimos a una especie de festival de los
idiotas al contemplar a periodistas que todos sabemos lo que van a decir antes
de que hablen, porque, como papagayos, sólo repiten las consignas de los
partidos que les pagan. El medio país habitado por imbéciles se cree las
mentiras más flagrantes y burdas, como que España necesita recaudar más, cuando
lo que necesita es adelgazar un Estado que es el más grueso y seboso de toda Europa,
llenos de asesores sin título universitario y con casi medio millón de
políticos cobrando del Estado, más de los que tienen Alemania, Francia y Gran
Bretaña juntos.
Nadie en la
España de los imbéciles parece darse cuenta de que los políticos españoles son,
probablemente los más ineptos, corruptos e ineficaces del planeta y en lugar de
echarles del poder o meterlos en la cárcel, los adoran y los atiborran de
dinero y privilegios y los veneran como héroes que se pavonean y se exhiben en
las pantallas televisivas.
Destrozan la
democracia, se bañan en corrupción, falsean los concursos públicos y después,
cuando por milagro son interrogados por un juez, dicen que no sabían nada.
Nadie parece extrañarse de que un presidente no sepa nada de los dineros que
roba su partido, ni de los delitos que cometen sus súbditos. La gente ni se
extraña de que los ministros no sepan lo que hacen sus subordinados, ni en que
gasta el dinero su departamento. Todos dan por supuesto que ser tonto es lo
normal, nadie se da cuenta de que los políticos piden sacrificio y privaciones
a diestro y siniestro, sin que ellos renuncien a uno solo de sus privilegios y
que se suben una y otra vez sus sueldos, mientras que el resto del país, se
precipita en la ruina.
Los imbéciles
con poder político, además de disfrutar de los privilegios más inmerecidos y
fastuoso de Europa, tienen bula en España, simplemente porque ellos han tomado
el poder y son los que mandan. Al observar la marea de subnormales con poderes
públicos en la España oficial, es lógico pensar que padecemos la peor de las
tiranías, la de los idiotas.
Si quiere
entender al milímetro la vida oficial de España, vea de nuevo la película
"La cena de los idiotas" y lo comprenderá todo.
La relación
entre los dos mandamases del país, Sánchez e Iglesias, es un esperpento
que parece un sainete macabro por sus
diálogos de besugos. Que un vicepresidente le haga la cama al presidente del
gobierno, quiera defenestrar al Rey y viole repetidamente la Constitución,
mientras el otro dice que la defiende, es para llorar en lugar de reír. No se
puede ser más atolondrado e idiota, pero contemplar a los imbéciles, en la
cúspide, tomando decisiones, hiela la sangre a la gente normal y decente.
Contemplar a
todo un vicepresidente del gobierno de España agitando la bandera
independentista de Canarias, estimulando el independentismo africanista de la
isla, es tan imbécil e irresponsable que provoca más asco que estupor y
vergüenza.
Nadie entiende
esta política idiotizada que despliegan: retrocedemos ante Marruecos, que es
nuestro enemigo más peligroso, nos alejamos de Estados Unidos y Gran Bretaña,
que son los que mandan en el mundo occidental, arruinamos a los empresarios y
emprendedores españoles, que son los creadores de empleo y riqueza, asustamos a
los inversores y, para colmo de males, están frustrando cada día a millones de
ciudadanos, enfureciendo a los militares, al monarca y a la población en
general.
La impunidad y
el auge de los imbéciles en España es un suicidio inexplicable.
Para comprobar
con otro dato hasta que punto España está infectada de imbéciles, contemple al
PSOE, un partido más que centenario que parece serio y está habituado a
gobernar, pero que ahora está dejándose destruir por un idiota e inepto que
alardea de que su padre le enseñó a mantener la palabra dada, cuando todos
sabemos que es el político más mentiroso de la historia de España y,
probablemente, también de Europa.
Mientras tanto, los españoles de bien, soportando a toda esta canalla que, con nuestro consentimiento está destrozando el país. Aquí nadie mueve ficha, ni el Rey, ni los jueces, ni el ejército, ni el pueblo. Quizás, cuando despertemos de esta pesadilla...ya sea demasiado tarde.