UNA MIRADA RETROSPECTIVA A LA ALFARERÍA DE
ENCINACORBA
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Sobre la alfarería de Encinacorba no hay citas literarias ciertas fuera de las contrastadas en el siglo XX por testimonios de personas coetáneas a los alfareros (los puchereros). En el siglo XVIII el Padre Faci hace la siguiente referencia sobre Encinacorba y su poblado originario: “…llamose antiguamente Barracas, cuando estaba edificada en la partida, que llaman hoy de la Muela, a un tiro de bala de la situación, que hoy tiene: de aquella primera población sacan los arados vestigios varios de piedras, y diversas vasijas.” Es pues evidente la existencia de alfarería en Encinacorba desde tiempos prehistóricos.
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Encinacorba echa una mirada a su
tradición alfarera. Desde el eneolítico hasta los años cincuenta del siglo XX
constituyó una actividad vital para el desenvolvimiento de la economía
familiar. La aparición del plástico, la promoción del vidrio y otras formas de conservación
y aislamiento, pusieron a la alfarería en una situación terminal. Pero, hasta
esas fechas, reinó con todo esplendor durante siglos. En su interior se guardaba
el agua, los granos, las semillas, las conservas animales y vegetales, joyas, secretos, etc., etc. Para el
aceite, para el vino, para el mostillo y , para un sinfín de cosas más. A todas
esas necesidades acudió, presta, la triste arcilla cocida.
Todo comenzó con la aparición de la
agricultura y el sedentarismo (la revolución neolítica en que todavía vivimos).
Al permanecer los hombres en un mismo
lugar y producirse el cambio térmico, debido a las estaciones, era preciso
guardar alimentos para el invierno y semillas para sembrar, agua y vino para beber….
Es la época en que nace la agricultura, el sedentarismo, la monogamia, la propiedad privada y, LA CERÁMICA (barro cocido) que acompañará al hombre en toda su trayectoria vital.
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