¿Por qué Santa Emerenciana es la
patrona de Teruel? O también. ¿Por qué Santa Otilia es la patrona de Villel?
Advocaciones que, nada tienen que ver con nuestra tierra y eran completamente
desconocidas en su época para el común de estas poblaciones. ¿Cómo llegaron a
convertirse en patronas y a ser integradas en el “afán” cotidiano de nuestra
sociedad? A ellas se rezaba y se reza, se consulta en pensamiento, se pide
protección, se celebra “su fiesta”, etc., etc.
Las razones son muy diversas y sería
imposible dar respuesta adecuada a cada uno de los casos de cada uno de los
pueblos de nuestra provincia.
Pero, al menos, para cuatro casos
tenemos una respuesta que tomamos de la Miscelánea de Domingo gascón y dice
así:
"Entre las múltiples y valiosas joyas que
enriquecen la Iglesia turolense, ocupa uno de los lugares más preferentes el
busto de plata que representa a la gloriosa virgen y mártir Santa Emerenciana,
Patrona de la ciudad y diócesis.
Antiquísima es la devoción del pueblo
turolense a su egregia Patrona Santa Emerenciana, pues en memorias fidedignas
consta: que en el año 1461 la ciudad de Teruel, con el clero de la misma,
deliberaron y resolvieron celebrar como festivo el día de esta gloriosa virgen
y mártir, de la cual poseían ya su sagrada cabeza, venerando con fervoroso
culto reliquia tan insigne, debida a la munificencia del Gran Maestre de Rodas,
D. Frey Juan Fernández de Heredia, que habiendo prestado servicios eminentes a
la Silla Apostólica, recibió en recompensa notables reliquias, con las cuales
enriqueció a varios pueblos de su orden; pues así como Teruel le es deudor de
la cabeza de Santa Emerenciana, Alfambra le debe la de Santa Beatriz, Villel la
de Santa Otilia y Cella la de Santa Rosina. Los restos mortales del piadoso Sr.
Fernández de Heredia descansan en una capilla del Colegio de la orden de San
Juan de Jerusalén, que él mismo fundó y dotó con grandes rentas, en la villa de
Caspe.
La cabeza de la imagen de plata está
dispuesta de tal manera que dentro de ella se coloca la verdadera de la Santa,
y así se sacan en procesión, tanto en su día como en el de la octava. La imagen
se coloca en el altar mayor sobre gradas de plata en los días de primera clase.
(Tomado de la MISCELÁNEA TUROLENSE de Domingo Gascón, página 478).
En estos casos la traída de las
reliquias ocasionó la devoción y el patronazgo, en otros casos pienso, por
ejemplo en Calamocha con su San Roque, es posible, a consecuencia de un apeste.
Pero creo que en la mayor parte de
los casos acudiendo a una necesidad o un remedio preciso para la débil
naturaleza humana.
Lo mismo sucede ahora con los
llamados “días internacionales”. Cada día del año, o cuasi, tenemos una referencia
para: “las enfermedades raras, para el cáncer, para el Alzheimer, para la Paz…
y así un sinfín de cosas.
Por lo tanto, el santoral, no es nada extraño a la naturaleza humana y estaba bien integrado en las necesidades básicas y vitales de las gentes de cada tiempo histórico.
Santa Lucía (Siracusa, 283-ibídem, 304) fue una mártir cristiana, que padeció el martirio durante la persecución de Diocleciano. Lucía significa “La Luz” o “la que lleva La Luz”.
MARTIRIO DE SANTA LUCÍA
Descripción:
Medieval gótico
Pintura
Hacia 1435
117,5 x 72 cm
Depósito de la Generalitat de
Catalunya, dación Torres, 1995
Num. de catálogo:
200795-000
Tabla cumbrera de una de las calles
laterales de un retablo de santa Lucía. Se conoce la existencia de otra tabla
en una colección particular barcelonesa, y del compartimento principal y cuatro
compartimentos más en una colección particular de París. Procedencia
desconocida.
Temple y dorado con pan de oro
sobre tabla
Siglo: XV
Tema: Religión
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SANTA OTILIA
Autor: Rafael
José Pérez-Cambrodí.
Optometrista
(OD). Doctor en Optometría y Ciencias de la Visión (PhD). Licenciado en
Historia.
Introducción
El martirologio
romano relaciona a Santa Otilia, Santa Clara y Santa Lucía con la curación
milagrosa de enfermedades de los ojos. Santa Lucía, patrona también de los
oftalmólogos, es la más conocida en nuestro entorno, sin embargo, Santa Otilia,
patrona también de los ópticos-optometristas, es venerada con mayor profusión
en la Europa continental. Su historia, a caballo entre la evidencia
proporcionada por los documentos históricos y las leyendas sembradas y
difundidas durante la Alta Edad Media en la Europa occidental, merece la pena
ser contada por ser bagaje imprescindible en el imaginario colectivo de nuestra
profesión.
La historia de
Santa Otilia, entre la realidad y la leyenda
Otilia u Odilia
fue hija primogénita del duque alsaciano Adalrico, pagano recién convertido al
cristianismo y su esposa Beresbinda. Nació ciega, en la segunda mitad del siglo VII d.C (660 dC?),
y por este motivo fue repudiada por su padre. Fue salvada de la muerte al ser entregada por su madre al monasterio de
Balma, identificado según diferentes historiadores como el de Beaume-les-Dames
(cerca de Besançon) o el de
Moyenmoutier. Allí fue bautizada a los 12 años por el obispo San Erardo (Erhard
de Regensbug), acontecimiento que, según la leyenda, motivó que recuperara la
visión al tocar sus ojos con los santos óleos. Fue por ello llamada Otilia, que
significa “hija de la luz”.
Años después, su
hermano pequeño Hugo conoció su historia y la llevó de vuelta al hogar paterno.
Sin embargo, su padre, preso de un arrebato de ira, mató a su hermano y obligó
a Otilia a vivir con los sirvientes de su castillo. Al alcanzar la juventud, su
padre decidió prometerla en matrimonio lo que provocó que Otilia, que había
jurado los votos monásticos en secreto, huyera y se refugiara en un monte de la
Selva Negra. Allí construyó un altar del que brotó un manantial que pronto
atrajo a multitud de peregrinos, ya que se decía que curaba las enfermedades de
los ojos. Su fama se extendió rápidamente y llegó a oídos de su padre que viajó
en su busca para convencerse al fin de su santidad. Por ello le regaló el
castillo de Hohenburg (hoy conocido como
Odilienberg o Mont Saint Odile) para transformarlo en un monasterio del que
Otilia sería primera abadesa y que se regiría por la orden benedictina. Junto
al monasterio fundó un hospital y la iglesia de San Juan Bautista, templo donde
falleció el 13 de diciembre del año 720 d.C. y donde se conserva y venera su
cuerpo.
Los primeros
documentos en los que se evidencia el culto a Santa Otilia datan del siglo IX
d.C. Su iconografía incluye el hábito de abadesa benedictino y un libro en la
mano (Sagradas Escrituras o Regla benedictina) sobre el que descansan dos ojos
(Figura 2), a semejanza de la bandeja de
Santa Lucía. Fue canonizada el 17 de diciembre de 1050 por el papa León IX y el
papa Pío XII la nombró patrona de Alsacia en 1946 (otros autores dicen que ya
lo era desde 1807), donde hoy se la venera, como también en Alemania, como
patrona d e los enfermos de la vista.
La congregación benedictina de Santa Otilia fue fundada en el siglo XIX por el monje Andreas Amrheim y aprobada por el papa León XIII en junio de 1884; son actualmente los misioneros y misioneras de Santa Otilia que en España erigieron en el año 2001 el monasterio de San Salvador del Monte Irago en Rabanal del Camino (Camino de Santiago-León)
SANTA CLARA
Clara de Asís (en italiano: Chiara d'Assisi, nacida Chiara Scifi; Asís, Italia, 16 de julio de 1194-ibídem, 11 de agosto de 1253) fue una religiosa y santa italiana. Seguidora fiel de san Francisco de Asís, con quien fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas, Clara se preciaba de llamarse «humilde planta del bienaventurado padre Francisco».1 Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció en el monasterio de San Damiano hasta morir.
El 17 de febrero de 1958, el papa Pío XII declaró a Santa Clara patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. También es patrona de los clarividentes, de los orfebres y del buen tiempo, motivo por el cual desde la Edad Media existe la tradición de que las novias ofrezcan huevos a Santa Clara para que no llueva el día de su boda.