LA MISA DE LAS ÁNIMAS
Pues eran un padre y una madre y
ambos eran muy pobres y tenían tres hijos pequeños. Pero es que, además de ser
tan pobres, el padre tuvo un día que dejar de trabajar porque se puso enfermo y
sólo quedaba la madre para buscar el sustento de todos y entonces la madre, no
sabiendo qué hacer, tuvo que salir a pedir limosna. Así que salió y anduvo todo
un día de acá para allá pidiendo limosna y cuando ya caía la tarde había
conseguido recoger una peseta.
Entonces fue a comprar comida, porque
quería preparar un cocido para que comieran los niños y ella y su marido, pero
resultó que aún le faltaban veinte céntimos, y como no podía conseguir lo que
faltaba, pensó:
-¿Para qué quiero esta peseta si no
puedo llevar comida para todos? Pues lo que voy a hacer es pagar una misa con
esta peseta que he sacado.
Y una vez que lo pensó se dijo:
-¿Y para quién diré la misa?
Así que le estuvo dando vueltas al
asunto y al cabo del rato dijo:
-Le voy a encargar al cura que diga
una misa por el alma más necesitada.
Conque se fue a ver al cura, le
entregó la peseta y le dijo:
-Padre, hágame usted el favor de
decirme una misa por el alma más necesitada.
Se fue entonces para su casa y no
dejaba de pensar en su marido y en sus hijos que la esperaban; y en el camino
se cruzó con un señor muy puesto que le preguntó:
-¿Dónde va usted, señora?
Y ella le contestó:
-Voy para mi casa. Mi marido está muy
enfermo y somos muy pobres y tenemos tres hijos. Llevo todo el día pidiendo,
pero no me dieron lo bastante para comer todos y como no me llegaba me fui a
ver al señor cura para encargarle una misa por el alma más necesitada.
Entonces aquel señor sacó un papel y
escribió en él un nombre y le dijo a la mujer:
-Vaya usted a donde dicen estas señas
y dígale a la señora que le dé a usted colocación en la casa.
La mujer no se lo pensó dos veces y
se encaminó a donde le había dicho aquel señor a solicitar la colocación.
Llegó a la casa que le habían dicho y
llamó a la puerta hasta que salió una criada que le preguntó:
-¿Qué quiere usted?
Y ella contestó:
-Pues que quiero hablar con la
señora.
Conque la criada se fue adentro a
buscar a la señora y le contó que en la puerta había una pobre que pedía hablar
con ella. Y la señora bajó a la puerta y le dijo la mujer:
-He visto en la calle a un señor que
me habló y me dijo que usted me daría una colocación en la casa.
Y le dijo la señora:
-¿Y quién era ese señor?
Entonces la pobre, que estaba en la
puerta, miró dentro de la casa y vio que en la sala había un retrato del que la
había enviado allí y dijo:
-Ese señor que está en el retrato es
el que me ha enviado aquí.
Y la señora dijo:
-Ése es el retrato de mi hijo, que
murió hace ya cuatro años.
-Pues ése es el que me ha enviado
aquí —contestó la mujer sin dudarlo.
Entonces la señora le preguntó:
-¿Y cómo es que se lo encontró usted?
Y ya le dijo la mujer pobre:
-Pues mire usted, que mi marido y yo
somos muy pobres y tenemos tres hijos que mantener. Y como ahora mi marido está
muy enfermo y no tenemos qué comer, yo salí esta mañana a pedir limosna y sólo
junté una peseta y con eso no tenía bastante para comprar un cocido para todos
y se la di al cura para que dijera una misa por el alma más necesitada. Luego
volvía de la iglesia y me encontré a su hijo. A él le conté lo mismo que le he
contado a usted y me escribió este papel y me dijo que viniera aquí.
Entonces la señora le dijo a la mujer
que entrara y le dio colocación. Además le dio pan para que se lo llevara a sus
hijos y le encargó que volviera al día siguiente y los demás días para servir
en la casa. Y a los cinco días la señora tuvo una revelación y se le apareció
su hijo y le dijo:
-Madre, no me llores más y no vuelvas
a rezar por mí, que ya estoy glorioso y en presencia de Dios.
Y era que con aquella misa había
acabado de pagar sus culpas en el Purgatorio y había subido al Cielo.
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