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martes, 29 de mayo de 2018

Mayo2018/Miscelánea. NACIMIENTO Y OCASO DEL PODER MUNICIPAL


DESLINDE, AMOJONAMIENTO DE TÉRMINOS Y PODER MUNICIPAL
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Deslindar
Del lat. delimitāre.
1. tr. Señalar y distinguir los términos de un lugar, provincia o heredad.
2. tr. Aclarar algo, de modo que no haya confusión en ello.
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Amojonar
1. tr. Señalar con mojones los linderos de una propiedad o de un término jurisdiccional.
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En Aragón, en principio, el reino era patrimonio de la corona. Las primeras formas de poder territorial son La Honor (nobleza antigua) y el poder eclesiástico, particularmente las Órdenes Militares a las que se entrega, importantes posesiones territoriales. La Iglesia además de mantener el poder ideológico (superestructura ideológica) realizaba la principal tarea recaudatoria. Ya desde la dominación árabe la Almohaja se sitúa próxima al obispado y el obispo hace de intermediaro con el poder emergente. Luego, con la consolidación del poder cristiano, mantendrá estas dos posiciones que le llevaran a consolidar un patrimonio superior al de la Corona (en el siglo XIX la Iglesia sufre tres desamortizaciones).
Sin embargo la propiedad más importante en Aragón no era la tierra, sino el pasto. Y el pasto de acuerdo con la legislación foral fue cuasi universal. En Jaca nace la Alera Foral o Solera (de sol a sol y de era a era) y trata de la posibilidad o derecho de pastar  el ganado hasta donde le fuera posible  con la objeción de que al poner el sol deberían, los ganados, de haber vuelto a la era de la que salieron. Con la conquista de Zaragoza Alfonso I el Batallador hace extensivo este privilegio a los ganados de Zaragoza. Así nace la potente Casa de Ganaderos de Zaragoza y nacen, al mismo tiempo, las dehesas, como forma de proteger el territorio de los ganaderos de Zaragoza alegando los aldeanos derechos antiquísimos.
Se ha dicho que el derecho aragonés es un derecho de pastores, pues está pensando en esta actividad fundamental. Tanto es así que Ignacio de Aso señala que en la zona de la Ibérica turolense la expulsión de los morisco apenas tuvo incidencia pues la agricultura apenas era de subsistencia.
En toda población rural la economía se organizaba en torno a la casa en la que se encontraban los graneros. los corrales con ganado y los animales domésticos. Las eras, en lugar despejado para facilitar el aventado de la parva y el campo con: "Las cerradas" para la verdura de la casa, los campos de labor, los bosques y los pastos. Mimbreras, choperas, esparteras y cañameras daban respuesta a determinadas necesidades vitales.
Conforme llega la Edad Contemporánea, desaparece el poder de la monarquía y la ganadería entra en crisis, la actividad económica se diversifica y aumenta la importancia de la agricultura, aparece el concepto de agropecuario. La creación de la Diputaciones Provinciales (1833) con las nuevas figuras impositivas hace necesario una nueva ordenación de la propiedad. Las Diputaciones Provinciales crearán dos impuestos: “La Rústica y la Urbana”. Es decir un impuesto sobre las tierras y otro sobre las casas. Como el impuesto sobre los terrenos rústicos los realiza el Alcalde según cupo que le llega de la Diputación, repartiéndolo a criterio propio entre los vecinos, se siente la necesidad de crear un Catastro. El Catastro no es propiamente un registro de la propiedad, pero tiene un papel de referencia importante. Hoy día el Catastro está informatizado y funciona bien. Así pues, aunque la compra de un terreno fuera pactada de viva voz, a partir de la compra se cargaba el impuesto y se anotaba en el Catastro al nuevo propietario.
La otra tarea que quedaba pendiente era el deslinde y el amojonamiento de los términos municipales. Esta tarea se realizó entre finales del siglo XIX y principios del XX. La tarea no fue muy costosa dado que los límites municipales estaban muy  controlados desde hacía tiempo inmemorial. Hubo a veces disputas sobre dehesas que alcanzaban dos términos distinto y creándose con tal disputa cuentos y leyendas como la de Ababuj y El Pobo.
Así pues, a principios del siglo XX, un municipio turolense es ya un miniestado dado que el Alcalde tiene la potestad de autorizar cualquier obra nueva que se realice en su término municipal.
Este poder municipal emergente llegó a su cima en el año 1931 cuando, tras unas elecciones municipales, se cambió de régimen monárquico a republicano. El argumento fue que aunque en votos habían  ganado los monárquicos, los municipios más importantes de España estaban por la república.
De las dos instituciones nacidas de la Constitución de Cádiz, los Ayuntamientos y las Diputaciones Provinciales, la que mayor “músculo” exhibe es el municipalismo, siendo actualmente cuestionado el papel de las Diputaciones Provinciales. La Diputación General de Aragón pone en cuestión a las Diputaciones Provinciales por duplicar una misma función y Las Comarcas, deberían haber resuelto el problema de los pueblos ya plenamente desertizados, es decir, aquellos en los que ya no vive ninguna persona.
Tenemos una sobrerrepresentación político-administrativa. Paradójicamente, mientras disminuye la población, aumentan las instituciones: Pedanías,  Ayuntamientos, Comarcas, Diputaciones, DGA y Gobierno de España. Todas estas instituciones intervienen de una manera u otra, ejemplo es Albarracín, una comarca con apenas 5.014 habitantes, que además tiene otra institución: La Comunidad de Albarracín.
Es necesario simplificar la administración eliminando instituciones, pues, la burocracia se nos come, literalmente.
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