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miércoles, 13 de enero de 2021

Enero2021/Miscelánea. MONUMENTO A JUAN BRAVO EN SEGOVIA OBRA DE ANICETO MARINAS

Monumento a Juan Bravo en la plaza Medina del Campo de la ciudad de Segovia
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La escultura es obra de Aniceto Marinas García y está fechada en el año 1922
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Un año antes, en el año 1921, Aniceto Marinas realizó el aplaudido altorrelive de los Amantes de Teruel sito en la Escalinata.
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La Guerra de las Comunidades
(Nota previa, aclaratoria al documento del Archivo General de Simancas que contiene la sentencia y condena de Padilla, Bravo y Maldonado)

"Los hechos que se relatan en este documento constituyen el fin de la Guerra de las Comunidades que se inició en la primavera de 1520 con el levantamiento de algunas de las principales ciudades castellanas contra los gobernantes extranjeros designados por Carlos I.

Las causas del enfrentamiento fueron variadas y complejas. Desde que murió Isabel la Católica, la situación política era muy inestable en Castilla: su hija, Juana, que era la sucesora, reinó por poco tiempo ya que la declararon incapaz por locura. El reinado pasó a su marido Felipe el Hermoso y, al morir éste, al hijo de ambos, Carlos I, que estaba en Flandes.

El nuevo rey trajo consigo un gran número de nobles y clérigos flamencos, apenas sabía hablar castellano y, además, empezó a hacer peticiones de dinero para apoyar su elección como Emperador. Cuando el 20 de mayo de 1520, abandonó el territorio hispano para ser nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, dejó como regente al cardenal Adriano de Utrecht. El levantamiento comunero no tardó en cobrar fuerza, primero entre ciudades como Toledo y Segovia, a las que se fueron sumando otras como Zamora, Toro, Madrid, Guadalajara, Ávila, Salamanca o Burgos. Durante el verano de 1520, sobre todo tras el incendio de Medina del Campo por las tropas imperiales (como se llamó al ejército real), muchas otras ciudades se sumaron a la rebelión y se generalizó el movimiento en los núcleos rurales. La insurrección se radicalizó y se convirtió en una rebelión antiseñorial que produjo la división interna de los grupos burgueses que sustentaban la protesta.

Después de un año de luchas, el 23 de abril de 1521, las tropas comuneras y las imperiales se enfrentaron en la batalla de Villalar. Allí, el ejército comunero quedó destruido y sus líderes, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados."

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Juan Bravo

Biografía

Bravo, Juan. Atienza (Guadalajara), c. 1484 – Villalar (Valladolid), 24.IV.1521. Político y militar.

Nació en Atienza, donde su padre —Gonzalo Bravo de Lagunas— era alcaide; su madre se llamaba María de Mendoza y era hija del conde de Monteagudo, por lo tanto, sobrina del gran cardenal Mendoza, de modo que, por parte materna, Juan Bravo era primo de María Pacheco, la mujer de Padilla. Conviene notar además que el obispo Acuña era sobrino carnal de Antonio Sarmiento, el segundo marido de María de Mendoza, por lo que había alguna suerte de parentesco entre Bravo y Antonio de Acuña. El 5 de mayo de 1499, la reina Isabel le nombró contino de su casa con cuarenta mil maravedíes de ración y quitación en cada año. En 1504 aparece ya avecindado en Segovia, donde, el año siguiente, se casa con Catalina del Río, hija única de Diego del Río, regidor de Segovia, y de Isabel de Herrera.

Fruto de este primer matrimonio son tres hijos: Gonzalo Bravo del Río, que, en 1521, estudia en Salamanca, Luis Bravo y María de Mendoza. Habiendo quedado viudo, Juan Bravo contrajo segundas nupcias, en 1519, con María Coronel, hija de un regidor de Segovia, converso, mercader acaudalado, Íñigo López Coronel.

De este segundo matrimonio nacieron dos hijos: Andrea Bravo de Mendoza y Juan Bravo de Mendoza.

En virtud del contrato, Íñigo López Coronel cedió todos sus bienes a Juan Bravo “con tal condición que los hereden los hijos del dicho Juan Bravo y de la dicha María”; entre esos bienes figura el privilegio del servicio y montazgo de que es titular Íñigo López Coronel, quien renuncia también en Juan Bravo al regimiento que tenía en la ciudad de Segovia. Cabe destacar que Íñigo López Coronel también participó activamente en el movimiento comunero de Segovia y fue por ello exceptuado del perdón general de 1522.

Juan Bravo inició su carrera política en junio de 1516, en La Rioja. Fue uno de los capitanes nombrados por el cardenal Cisneros, a la sazón regente del reino, para reclutar la llamada gente de ordenanza, un cuerpo armado que estuviera al servicio exclusivo de la Corona. La oposición de la alta nobleza consiguió que el proyecto se desechara. Este fracaso debió de empujar a Bravo, como a otros seguidores de Cisneros, a formar parte de la oposición al nuevo Rey y a los grandes.

Después de las Cortes de Santiago-La Coruña (1520), como regidor de Segovia, fue uno de los que levantaron a la ciudad en armas contra la política de Carlos I y provocaron la muerte del procurador en Cortes de Segovia, Tordesillas. Para castigar aquel desacato a la autoridad y acabar con la sublevación segoviana, el virrey Adriano de Utrecht ordenó al alcalde Ronquillo marchar contra Segovia al frente de una pequeña tropa, que pronto fue reforzada por el ejército real de Antonio de Fonseca.

Ante el peligro que se le venía encima, la ciudad formó una milicia cuyo mando se confió a Juan Bravo. En julio de 1520, el mismo Juan Bravo acudió en persona a Toledo para pedir socorro contra la tropa del alcalde Ronquillo y la que amenazaba enviar Antonio de Fonseca, “diciendo que pues ellos [los de Toledo] les habían puesto en que se levantase la dicha ciudad de Segovia, que les socorriesen”. Durante el verano de 1520, Juan Bravo fue, junto a Juan de Zapata (capitán de Madrid), Juan Padilla (de Toledo) y Francisco de Maldonado (de Salamanca), uno de los caudillos más caracterizados de los comuneros; derrotó a las fuerzas imperiales y, el 24 de agosto, entró en Medina del Campo con los otros capitanes sublevados. En los días siguientes, las huestes comuneras se apoderaron de Tordesillas y, el 29 de agosto y el 1 de septiembre, los capitanes comuneros celebraron varias entrevistas con la reina Juana.

Juan Bravo siguió al frente de la milicia de Segovia durante toda la Guerra Civil. Conquistó Zaratán y Simancas en 1521, mientras Juan de Padilla entraba en Torrelobatón el 25 de febrero. El 23 de abril de 1521 fue hecho prisionero en la batalla de Villalar y decapitado en la plaza pública de Villalar al día siguiente. Según una tradición muy arraigada, Juan Bravo protestó al oír que a los tres capitanes se les mandaba ejecutar por traidores; en aquella ocasión, Padilla le dijo: “Señor Bravo, ayer era día de pelear como caballero, hoy es día de morir como cristiano”. El mismo Juan Bravo solicitó morir el primero por no ver cómo Padilla subía al cadalso. Juan Bravo, como Padilla y Francisco Maldonado, fue enterrado en la iglesia de Villalar, pero, ya el 18 de mayo, una cédula autorizó a Jerónimo de Frías a exhumar su cuerpo y trasladarlo a Segovia, lo que se realizó en los primeros días de junio de 1521, un domingo que podría ser el 2 o el 9. Según el relato que ha dejado el corregidor Juan de Vozmediano, el acto fue motivo de un sonado tumulto. Los padres políticos de Bravo, tanto la familia de su primera mujer, los del Río, como la familia Coronel, así como sus partidarios políticos —todos “gente de poca suerte”, escribe el relato—, pretendieron dar a los funerales el carácter de un homenaje solemne rendido al defensor de la comunidad.

El cortejo fúnebre realizó un largo recorrido por los arrabales de la ciudad antes de llegar a la iglesia de Santa Cruz, situada extramuros, donde iba a celebrarse la inhumación. Al frente del cortejo marchaban hombres que llevaban crucifijos, miembros de cofradías vestidos de luto y con antorchas en las manos. Por todas las calles corrían muchachas y mujeres pobres con los cabellos revueltos que lanzaban gritos de dolor: “Doleos de vos, pobrecitos, que éste murió por la comunidad”.

Una multitud numerosa seguía el cortejo emocionada y dispuesta a manifestar su furor. Uno de los espectadores habría sido despedazado por haber gritado: “Mirad cuál traen este traidor”. Gonzalo de Herrera, yerno de Vozmediano, no pudo reprimir su cólera y los hombres que había reunido bajo su mando en previsión de un posible tumulto arremetieron contra el cortejo, provocando una dispersión general. El corregidor envió patrullas por calles y arrabales y consiguió restablecer la calma. Al día siguiente, los contrarrevolucionarios que se sentían en minoría formaron un bloque compacto en torno al corregidor y juraron ante la cruz olvidar sus diferencias y prestarse socorro mutuamente. Pudieron contar con la ayuda de un poderoso aliado en la persona del conde de Chinchón, llegado a la ciudad durante estos acontecimientos. El jueves siguiente, la victoria de las autoridades se afirmó con la ejecución de dos de los responsables de la organización de la ceremonia, que murieron en la horca.

Vozmediano acabó solicitando con vehemencia que se expulsara de la ciudad a la mujer y a los parientes de Juan Bravo, ya que una fracción del pueblo —“algunos menudos”— demostraba gran afecto hacia ellos.

Los hijos que Juan Bravo tuvo de su primer matrimonio intentaron, en mayo de 1523, recobrar por lo menos parte de la herencia paterna o de lo que quedaba de ella, ya que decían que su padre la dilapidó porque “era muy liberal y gastador”. La viuda de Juan Bravo, María Coronel, apoyada por su hermano, el maestro Pablo Coronel, reclamó asimismo y obtuvo la dote de su madre el 10 de octubre de 1523.

Bibl.: J. Maldonado, El Movimiento de España o sea Historia de la revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla, trad. esp. de J. Quevedo, Madrid, Imprenta de D. E. Aguado, 1840; A. Ferrer del Río, Decadencia de España. Primera parte. Historia del levantamiento de las Comunidades de Castilla. 1520-1521, Madrid, Est. Tipográfico de Mellado, 1850; M. Villar y Macías, Historia de Salamanca, Salamanca, Núñez, 1887; M. Danvila, Historia crítica y documentada de las Comunidades de Castilla, Memorial Histórico Español, XXXV-XL, Madrid, 1897-1900; C. Lecea y García, Relación histórica de los principales comuneros segovianos, Segovia, Imprenta del Diario de Avisos, 1906; A. de Santa Cruz, Crónica del Emperador Carlos V, Madrid, Beltrán y Rózpide, Madrid, Real Academia de la Historia, 1920-1925; P. Mejía, Historia del emperador Carlos V, ed. J. de M. Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1945; L. F. de Peñalosa, “Juan Bravo y la familia Coronel”, en Estudios Segovianos, I (1949), págs. 73- 109; A. de Guevara, Libro primero de las Epístolas Familiares, ed. J. M. Cossío, Madrid, Aldus, 1950-1952; M. Grau, “Cuando pasó el huracán de las Comunidades”, en Polvo de Archivos (Segovia) (1951); M. Quintanilla, “El episodio de las Comunidades”, en Estudios Segovianos, VI (1954); P. de Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, Madrid, Atlas, 1955 (col. Biblioteca de Autores Españoles, LXXX); J. Pérez, La Révolution des Comunidades de Castille (1520-1521), Bordeaux, Féret, 1970; L. Fernández, Juan Bravo, Segovia, Publicaciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia, 1981; S. Halliczer, Los Comuneros de Castilla. La forja de una revolución (1475-1521), Valladolid, Universidad, 1987.

Joseph Pérez

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