Vistas de página en total

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Noviembre2015/Miscelánea. EL MESÓN DE LA DOLORES EN CALATAYD

LA DOLORES DE CALATAYD
*
Al igual que con los Amantes de Teruel, los eruditos e historiadores han tenido que ir en pos de la verdad y de la leyenda. Separar tajantemente una de otra y ofrecer, ahora sí y en ambos casos, el compendio final, detallado y transparente, de una cosa y otra.
Sentados en el Mesón de la Dolores, dulcemente arrimados al sabor de una historia que todavía permanece viva entre las gentes de aquí y de allá, buscas en la leyenda y en el mito, algo que te conmueva más que la fría realidad firmemente documentada. Por ello, como pasa con los Amantes de Teruel, la leyenda permanece y permanecerá viva pues, el hombre, necesita del sueño y de la fantasía tanto como del aire que respira.
Calatayud y su comarca tienen suficientes atractivos para deleitar y satisfacer al visitante y  sería, perfectamente posible, arrinconar esta historia que a veces ha ido en detrimento de sus pobladores. Sin embargo, tal como sucede aquí en Teruel, la leyenda toma vida y desarrolla su propia peripecia, más allá de las decisiones de unos pocos. La Leyenda de La Dolores, por todo ello, crece y se expande día a día formando cuerpo sustancial con la capital de la Comarca y del Jalón.
Ahora le falta a La Dolores, como ya hicieran los Amantes de Teruel, presentarse ante el pueblo, ante su pueblo, con una recreación histórica que supere las barreras comarcales.
*

LA REALIDAD
"La Dolores", María de los Dolores Peinador Narvión, nacida en Calatayud el 13 de mayo de 1819, recibiendo el bautizo en la iglesia de San Juan el Real. Fueron sus padres D. Blas, un apuesto teniente de los Reales Ejércitos y abogado, natural de Galicia; y su madre, Dña. Delfina Manuela, que pertenecía a una de las más distinguidas familias bilbilitanas.
En 1825, nombraron a D. Blas Alcalde-Mayor de Daroca, y dos años después fallecía en esta ciudad su esposa, dejando una cuantiosa herencia a Dolores y a sus hermanos. Al ser los hijos menores, se encargó de administrarla el padre.
D. Blas contrajo nuevas nupcias; ejerció durante tres años, a partir de 1832, como Alcalde-Mayor de Gerona y, posteriormente, como Juez de Primera Instancia. Al parecer se despreocupó de los hijos de su primer matrimonio; iban pasando los años, y no les entregaba la herencia.
Dolores, que poseía una excepcional belleza y apostura, se casó en secreto, en San Miguel de los Navarros de Zaragoza, en 1839, con Esteban Tovar. Era andaluz, acababa de dejar el Ejército siendo teniente ayudante del coronel de su Regimiento y, por lo visto, sólo pretendía el patrimonio que aún no estaba en poder de su mujer.
A partir de este momento, comenzó una interminable sucesión de litigios por la posesión de unos bienes que D. Blas se resistía a soltar. Los juicios fueron muy largos, complicados y agrios, pero, por fin, el total de la herencia recayó en Dolores y en Tovar. Mas no pudieron disfrutarla durante mucho tiempo, pues debido a la vida irregular y licenciosa que se atribuye a Tovar -y cabe suponer que algo le ayudaría Dolores- el caso es que fueron vendiendo sus propiedades, cuyo valor superaba los cien millones de pesetas actuales, y se quedaron poco menos que en la miseria.
Desde que se casaron hasta vencida la primera mitad del siglo vivieron en Calatayud, donde tuvieron cuatro hijos, Enrique, Amalia, Manuel y Emilia Cruz, y comenzó a forjarse la fama de la Dolores.
Luego se trasladaron a Madrid. Primero residieron en la calle de la Ballesta. En 1860 nació Casilda Enriqueta en la calle Cruz Verde, 20. En 1890, Dolores, ya viuda, vivía en la calle Jardines, 12, con su hijo Esteban, que había nacido en la Villa y Corte en 1857. La última etapa de su vida en Madrid transcurrió en muy especiales circunstancias. Dolores falleció el 12 de agosto de 1894 en el Palacio de los Marqueses de Altamira, situado en la calle Flor Alta, 8, bajo, y fue enterrada en el Cementerio de la Almudena.
Aunque parezca paradójico, el exhaustivo conocimiento de su vida real contribuye a realzar más aún, si cabe, la figura legendaria de "La Dolores", que, asociada con Calatayud, se conoce en el mundo entero.
*




*