VIDAS EJEMPLARES
(Nació en 1898, murió en 1983)
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Cuando dos niños riñen, el que
gana, se queda con el juguete. Cuando los hombres hacen la guerra, el vencedor,
se queda con todo el botín. En nuestro caso, una nación entera y verdadera. Es
por ello que se dice que la historia la escriben, primero, los vencedores, después,
los vencidos, y finalmente llega el momento de los profesionales (historiadores)
que, despojando de broza el matorral, sintetizan y ofrecen una visión lo más
objetiva posible de los hechos. Estamos en la segunda fase y esperemos que, finalmente,
llegue la tercera. Mientras esto sucede, superando las visiones alicortas y
partidistas de lo que en Teruel pasó en la contienda, deberíamos dedicarnos en
tarea pedagógica y misión ejemplarizante a narrar objetivamente aquellas
conductas dignas de alabanza. Es el caso de Arturo, llamado el “médico de los
pobres” y que se salvó de ser fusilado porque el pueblo llano se interpuso ante
el comisario político comunista que sin juicio previo quería darle muerte
contra un paredón (a éste no, que es el médico de los pobres, le dijeron). Se trataba de un hombre honesto nacido en el año 1898 y
dedicado a la medicina en cuerpo y alma. Su conducta no se alteró ni antes, ni
durante, ni después de la guerra, porque las personas de ética y moral honesta,
que dedican toda su vida al servicio de los demás no necesitan cambiarla,
gobierne quien gobierne. No se trata de hacer hagiografía, sino de resaltar las
trayectorias humanas dignas de imitación, por su carga ética.
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Diario de Teruel, 23 de mayo de 1983
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