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domingo, 22 de noviembre de 2015

Noviembre2015/Miscelánea. LA FLOR DE CALATAYUD (PASODOBLE PARA DOLORES PEINADOR NARVIÓN)

Órgano de la iglesia de San Juan el Real, de Calatayud. Barroco, año 1753
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EL PASODOBLE DE LA DOLORES
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A finales de los años sesenta, en el pick-up del guateque de la calle Temprado y, también, en el baile del Casino Mercantil de Teruel (actual Ibercaja),  suena el pasodoble de La Dolores. Un mozo del salón, que han sacado a bailar a la moza, freza como un barbo tratando de sacar algún provecho del rutinario movimiento que fuerza este pasodoble musical, fácilmente bailable. La moza, a sabiendas de las intenciones del galán coloca el codo, sabiamente, debajo de la clavícula e hincando las costilla hasta la escápula. Giros y más giros, sin ningún provecho. El mozo amarra y, la moza, deja un hematoma en el pecho de su partener. Cuando termina la pieza, él le pregunta galante a ella: “Bailaremos otra”. Ella, cansada del forcejeo, se disculpa: “No, que estoy pedida”. Él, responde con sorna… ya me lo olía.
 El mozo, que no rebla, recorre todo el perímetro del baile donde están las mozas expuestas como en un escaparate, a la espera de una pareja de baile, que le acepte. Ellas pueden elegir… si son guapas. Los mozos piden rápidamente baile, a sabiendas que si no se dan prisa quedarán  contra la pared, sólo, “las que no se pretan.” La tarde del domingo en el guateque o en el Mercatil, es un sinvivir. Ellas, luchando por mantener una fama de muchacha honesta y casta y, ellos, tratando de buscar desesperadamente un roce libidinoso que gratifique sus esfuerzos.
Salíamos de Calatayud, ya caída la tarde, cuando vimos en una de las rotondas que reparten el tráfico una escultura de La Dolores… la de la copla, la del complicado e inacabable pasodoble de las tardes del domingo. Inmediatamente, la memoria trajo como un ramal hasta el presente, los tiempos pasados. Ahora, para este 20 de noviembre tranquilo y sosegado en todas partes, menos en París, se cumplen 40 años de la muerte de Franco. No queda más remedio que evocar la época que te tocó vivir la juventud e intentar superarla. ¡Es lo que toca!
Pero, Calatayud ha dejado muy buen sabor de boca. Cuarta capital de provincia de Aragón, es una ciudad muy cuidada y grata. Su patrimonio monumental es impresionante y digno de ser visitado. Sin embargo, como la visita se nos hizo corta y no nos dio tiempo a repasar todo su patrimonio, ¡seguro!, volveremos en otra ocasión.
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DOS VERSIONES DEL PASODOBLE DE LA DOLORES
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