Órgano de la iglesia de San Juan el Real, de Calatayud. Barroco, año 1753
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EL PASODOBLE DE LA
DOLORES
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A finales de los años sesenta, en el pick-up del
guateque de la calle Temprado y, también, en el baile del Casino Mercantil de
Teruel (actual Ibercaja), suena el
pasodoble de La Dolores. Un mozo del salón, que han sacado a bailar a la moza, freza como un barbo tratando de sacar
algún provecho del rutinario movimiento que fuerza este pasodoble musical,
fácilmente bailable. La moza, a sabiendas de las intenciones del galán coloca
el codo, sabiamente, debajo de la clavícula e hincando las costilla hasta la
escápula. Giros y más giros, sin ningún provecho. El mozo amarra y, la moza,
deja un hematoma en el pecho de su partener. Cuando termina la pieza, él le
pregunta galante a ella: “Bailaremos otra”. Ella, cansada del forcejeo, se
disculpa: “No, que estoy pedida”. Él, responde con sorna… ya me lo olía.
El mozo, que no rebla, recorre todo el perímetro del baile donde están las mozas expuestas como en un escaparate, a la espera de una pareja de baile, que le acepte. Ellas pueden elegir… si son guapas. Los mozos piden rápidamente baile, a sabiendas que si no se dan prisa quedarán contra la pared, sólo, “las que no se pretan.” La tarde del domingo en el guateque o en el Mercatil, es un sinvivir. Ellas, luchando por mantener una fama de muchacha honesta y casta y, ellos, tratando de buscar desesperadamente un roce libidinoso que gratifique sus esfuerzos.
El mozo, que no rebla, recorre todo el perímetro del baile donde están las mozas expuestas como en un escaparate, a la espera de una pareja de baile, que le acepte. Ellas pueden elegir… si son guapas. Los mozos piden rápidamente baile, a sabiendas que si no se dan prisa quedarán contra la pared, sólo, “las que no se pretan.” La tarde del domingo en el guateque o en el Mercatil, es un sinvivir. Ellas, luchando por mantener una fama de muchacha honesta y casta y, ellos, tratando de buscar desesperadamente un roce libidinoso que gratifique sus esfuerzos.
Salíamos de Calatayud, ya caída
la tarde, cuando vimos en una de las rotondas que reparten el tráfico una
escultura de La Dolores… la de la copla, la del complicado e inacabable
pasodoble de las tardes del domingo. Inmediatamente, la memoria trajo como un
ramal hasta el presente, los tiempos pasados. Ahora, para este 20 de noviembre
tranquilo y sosegado en todas partes, menos en París, se cumplen 40 años de la
muerte de Franco. No queda más remedio que evocar la época que te tocó vivir la
juventud e intentar superarla. ¡Es lo que toca!
Pero, Calatayud ha dejado muy
buen sabor de boca. Cuarta capital de provincia de Aragón, es una ciudad muy
cuidada y grata. Su patrimonio monumental es impresionante y digno de ser
visitado. Sin embargo, como la visita se nos hizo corta y no nos dio tiempo a
repasar todo su patrimonio, ¡seguro!, volveremos en otra ocasión.
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DOS VERSIONES DEL PASODOBLE DE LA DOLORES
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